martes, 30 de abril de 2013

LA TAGUA Y EL DEMONIO



Encontré una pepa de tagua en mi zapato. Mercedes me aseguró que era un ardid del demonio.  Debe estar desprogramado. Con tanto sinvergüenza robando y matando y haciendo porquerías en el pueblo, por qué, carajo, se encartaría con el alma vacía de un pobre desgraciado como yo que no le ha hecho mal a nadie, le dije. Por desocupado y cansón, por perezoso... porque ya no bailas, ni te tomas un trago ni cuentas chistes, por aburrido, me dijo.  La mujer siguió trapeando como si nada ocurriera.  Tres goteras de sudor rodaron por mi frente y las manos se me pusieron frías.  Ví un gallinazo sobrevolando el camino que conduce al cementerio y, por el mismo sendero, llegar una moto a mi puerta. La conducía un negro flaco que traía como carga a un gordito con piel blanca y brillante como de vajilla china. Soy el párroco nuevo, disculpen por la demora. Casi no llega, murmuró Mercedes. Hace dos días está ahí tirado en el piso, esperando. Es hora de que se confiese, muévase pues, y me descargó un escobazo.  Que me queme en los infiernos antes de hablarle a un beato. Y me entró tal ofuscación que me levanté dispuesto a  largarme.  ¡Mierda!, grité al ponerme el zapato.  ¡Esta puta pepa de tagua me ha partido el dedo chiquito! Y la lancé con tal odio, sin fijarme a qué le daba, que sólo escuché el estruendo de un bulto cayendo al piso. La mujer se quedó muda, el negro encendió la moto, el cura estiró la pata y el gallinazo eructó un suspiro: tenía resuelto el día y sabía que en el pueblo no faltaban las provisiones para llevar al nido.
Diego García Moreno
abril 28 de 2013

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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.