domingo, 19 de octubre de 2025

CHEVALIER DES ARTS ET DES LETTRES



PALABRAS DE DIEGO GARCIA MORENO CON MOTIVO DE LA ENTREGA DEL TÍTULO "CHEVALIER DES ARTS ET DES LETTRES" EN LA EMBAJADA DE FRANCIA EN BOGOTÁ EL 16  de octubre de 2025

Muy buenas noches Señor Embajador, cuerpo diplomático de la Embajada de Francia en Colombia, queridos Gilma y Arnaud, mi adorada Sally, compañera de toda la vida,  queridas compañeras Marta, Claudia y Diana,  queridos familiares, amigos y colegas. 


La primera vez que crucé palabras con el Embajador en este mismo espacio me preguntó cuál era mi relacion con Francia. Le contesté que soy franco-dependiente. Sorprendido sonrió y continuó su camino. Hoy, al recibir de sus manos este reconocimiento, considero que es el momento para aclarar el por qué de esa afirmación. 


Tras doce años de vida en ese país, entre estudios, amores y, afortunadamente, una vida laboral creativa y exitosa, tres términos, que son actitudes de vida, más allá que  palabras, marcaron para siempre el rumbo de mi quehacer profesional: libertad, igualdad y fraternidad.


He tratado de que todo mi trabajo creativo esté guiado por el signo de la libertad. Asocio mi práctica con el cine de autor que descubrí y en el que me inicié en ese país. Espero que hasta el final de mis días esa actitud me acompañe y que en un mundo cada vez más marcado por la uniformidad encuentre el espacio, los fondos y los compinches para practicarla. 



El cine ha sido en gran medida un espacio de élites. Por fortuna, me ha tocado vivirlo en una época de democratización de los medios de producción, en la que el llamado tercer mundo se ha apropiado de él con toda su sabiduria y potencial creativo.. En Francia recibí una educación, en la que no solo adquirí herramientas para mi trabajo, sino que pude comprender lo que significa la detencion del saber en la geopolitica mundal.  Al regresar a Colombia sentí que era mi obligación compartir saberes y encontrar formas de practicarlos en la igualdad. Desde entonces he alternado la realización de películas con prácticas pedagógicas, principalmente en regiones. Más allá de que sean grandes o pequeñas cámaras, lo importante es que todos, independientemente del lugar,  podamos comunicar audiovisualmente nuestras emociones, denunciar las injusticias, desplegar nuestra creatividad, alertar sobre los peligros, evidenciar nuestras dichas y riquezas. La práctica de la igualdad es una tarea obligada en un país tan marcado por las inequidades.


Regresé a Colombia en una época en que la industria audiovisual afinaba sus mecanismos para despegar con esa fortaleza que hoy exhibe, cuando los nacientes gremios requerían de la fraternidad para hacerse realidad, progresar y afianzar su participación en el engranaje del paisaje fílmico nacional. Tuve la dicha y el honor de participar en la fundacion de Alados. la Corporación Colombiana de Documentalistas,  y durante más de dos décadas he colaborado en  su fortalecimiento, haciendo esfuerzos para que  equienes practicamos el documentalismo vivamos en fraternidad y seamos conscientes de la importancia de nuestro oficio en la construcción y salvaguardia de la memoria del país.


Por estas razones hoy, al recibir este reconocimiento, valoro la herencia benéfica del país que me acogió durante una época fundamental de mi vida, y expreso mi agradecimiento  a la República Francesa por haberme premiado con estas enseñanzas y a Colombia por haberme facilitado un territorio para ponerlas en práctica. 


Diego García Moreno


Para ver el video haz click en el siguiente enlace:


https://www.instagram.com/reel/DP7PX-vgBcx/?igsh=MXd3bDAwY25jazI0MQ==

miércoles, 11 de junio de 2025

LUZ DE PIEDRA- para Hugo Zapata

Ha pasado ya una semana desde la partida de mi querido amigo HUGO ZAPATA. Pensé publicar la noticia, pero la noticia ya había encontrado muchos amplificadores. Cuando me enteré de que estaba a punto de irse corrí a despedirme, pero llegué un poco tarde. Alcancé a ver su última expresión. Podría decir que era apacible, placentera. Con tristeza y alegría me incorporé entonces al grupo familiar y de amigos que celebrarían su existencia. Con tristeza porque su ausencia será grande como su amistad, su obra y su cuerpo; pero con alegría porque Hugo cumplió su contrato de existencia y se fue cuando su cuerpo ya tenía escrito en sus células la palabra adiós. Qué extraños y variados son los rituales de las despedidas. A cada cuál el suyo. El de Hugo reflejó profundamente el amor que le tenía su familia y el anhelo de que su presencia perdure. Eso de perdurar es una negociación con los tiempos. Con Hugo y con su obra el tiempo puede tomar otro tiempo. Él moldeó su tiempo en el tiempo de las piedras y supo sacarle a la profunda oscuridad que almacenan la esencia de materia luz que las forja y las perpetúa. Estas palabras que publico en mi blog, son mi despedida, mi agradecimiento y el saludo a su nueva condición, a su nueva presencia. Se las comparto:

          


LUZ 

de piedra

PIEDRA 

de luz


bocanadas de misterio deambulan

por el universo

escuchan y hacen eco al vacío

algunas

se detienen y sueñan

en cualquier parte

sobre cualquier tierra


el reposo se hace materia 

dura materia que dura

espera con voz de piedra 

y espera 

que el tiempo y los cataclismos

tallen su alma

escriban 

presagios en su vientre


abosorben y esperan 

y esperan

su piel de luz

profunda 

brillante y negra


luz de lutita

luz de tierra 

piel de lutita y luz

y tierra

luz misterio 

epidermis luz


ALGUIEN 

cruza la sombra

y tropieza

con el cuerpo de luz

cuerpo de luz de piedra

cuerpo piedra 

cuerpo  luz


ALGUIEN 

desliza su mano 

sobre la piedra 

alguien desliza el agua

con su mano sobre la piel 

de la piedra 


ALGUIEN 

desliza su mano 

y la piedra canta

su canto de piedra

con su voz de piedra

con su 

LUZ DE PIEDRA


Diego Garcia Moreno, 04 06 2025 Medellín








viernes, 2 de mayo de 2025

LA MINGA DEL PRIMERO DE MAYO

 LA MINGA DEL PRIMERO DE MAYO



Es bueno salir en patines 

el primero de mayo a la avenida El Dorado 

y toparse con un tsunami indígena 

proveniente de todas las naciones 

que conforman un país 

con materialidad y textura de collage

 

Aceptar la ventosa que te absorbe 

y poner el celular en modo video 

para surfear entre la corriente 

con su óptica viva y sus oídos invisibles

entre hilos de lenguas y tambores


Celebrar la misteriosa fuerza 

que irradian millares de pieles coloreadas 

con todos los pigmentos de la tierra

los cantos ataviados en iraca y algodón 

lana y chaquiras ceremoniales 


Rozar con travellings coquetos 

los  bastones de mando 

que podrían levantarse y tildarte de intruso

y sonreírle a los ojos 

a cada partícula caminante

que pareciera conjugar memorias 

de rabia 

y obsesiones de esperanza


Diego Garcia Moreno 

Bogotá, 1 de mayo de 2025



PARA VER VIDEO ENTRA AL ENLACE:
https://youtu.be/8eRR1OGkvUQ



domingo, 20 de abril de 2025

Un texto sobre "BALADA DEL MAR NO VISTO" por un joven crítico Cinematográfico

No lo conozco. Me contactó por messanger a través de una amiga de Medellín. Lo mejor es que me escribas por whatsapp, le contesté,  y le pasé mi número. Al día siguiente recibí el siguiente mensaje: 

"Buenos días. Soy Santiago Nicolás Giraldo Enríquez, Camila Valentina me dio su contacto por la conversación que se tuvo sobre el texto que escribí acerca de Balada del mar no visto (1984). Quiero agradecerle profundamente la disposición de hablar conmigo, y quiero también enviarle el texto y conocer su opinión y observaciones al respecto del mismo. Feliz tarde y resto de semana".

Reproduzco el texto:

Balada del mar no visto (1984), de Diego García Moreno

Vista del atardecer en el trópico

Santiago Nicolás Giraldo Enríquez*





Mis ojos vagabundos
—viajeros insaciados— conocen cielos, mundos,
conocen noches hondas, ingraves y serenas,
conocen noches trágicas,
ensueños deliciosos,
sueños inverecundos… (…)
Mis ojos vagabundos,
mis ojos infecundos…:
no han visto el mar mis ojos,
no he visto el mar!

–León de Greiff, 1922






 



Parte de lo interesante que tiene el sinuoso territorio de Medellín, son los muchos matices culturales (y, por ende, sociales) que, procedentes del resto de Antioquia y Colombia, se han hecho lugar ahí. Las transformaciones inherentes a la violencia y el “progreso” han marcado su contorno y la forma de acercarse a él. Pasa igual con sus ciudadanos, cuyas identidades están definidas por el multiculturalismo, por ser de un montón de lugares y de la ciudad.  ninguno, por formar retazos de esa nada abstracta a la que uno pertenece cuando vive en la Montaña, valle, costa, llano, cuenca. Terrenos de enormes dimensiones. Geografía esquiva. 


Con imágenes atrapantes de esa mezcla y un ojo atento a los embates de la sociedad en que deviene, Diego García Moreno filma en su Balada del mar no visto (1984), la errancia de un hombre que, armado con su balsa y su silencio, busca el mar; quizás más allá del asfalto, quizás debajo de él, quizás en las siluetas de las montañas. Su proveniencia es un misterio, igual que la necesidad detrás de su propósito. Ese misterio es el punto principal de la película, que no intenta desenmascararlo, sino valerse de él para darle profundidad a sus imágenes, para representar el escrúpulo a la otredad que tiene un país hecho de otredades. Es la suya una metáfora cinematográfica que carga consigo los sonidos y movimientos de esa ciudad violenta que cambia sus fachadas, pero no sus tradiciones.


El espacio y su violencia persisten en el tiempo. Es su exterior el que nos sugiere que la gente cambia de obsesiones, que la necesidad de remodelar todo espacio urbano esconde tras de sí una vergüenza por sus raíces. La marginación social es, en parte, responsabilidad de ese afán por asirse a la idea de una “esencia”, que resulta absurda en cuanto se comprende que esa ciudad “en construcción” es como un gran barco al aire libre ya naufragado, cuyas piezas se dispersaron y cambiaron de forma.

Cambian.


Nunca dejan de cambiar.

 

En la cinta, por su parte, el espacio se ensancha y se encoge conforme la muchedumbre oprime al protagonista, o él se evade en la soledad de sus sueños.Su balsa y su concha marina disienten con el resto del entorno porque, en la rareza que evocan, se concentra también la historia de la ciudad, de sus migrantes violentados, rechazados. Así, lo onírico y lo visceral crean una poesía de ensoñaciones atropelladas, intranquilas y herrumbrosas. Se unen en la imagen y chocan mutuamente con una intensidad bella y humeante; colorida por los lugares que visita y tórrida por el aire espeso que se estanca en ellos.


Si la arquitectura de la ciudad es como un gran barco a la deriva, se podría decir que sus gentes –aquellas que caminan, que inundan, que mueven los pies en una danza diaria que bien podría ser una natación extrapolada– y sus calles –suerte de corrientes incesantes–, son el mar que se filtró por entre sus escombros. Son el mar visto a diario. Un mar opaco y turbulento. 


Sueños en la violencia; ciudad hecha mar: en el territorio de la película y en el territorio de la ciudad vislumbramos un abismo de lucecitas amarillas, blancas y azules, al que, conforme uno le acerca el oído (como la concha marina), deja de escuchar balbuceos, para confundirse dentro de él. Para hundirse allí mismo. Así el silencio del protagonista es atacado porque disiente del ahogo de los gritos, la música, los carros y ese ruido gris eterno que parece no venir de ninguna parte.


Finalmente somos llevados a otra montaña, la de basura, en la que se incineran detritos y las máquinas se abren paso por entre las personas que rebuscan un sustento. Niños sentados sobre los desechos observan directamente a la cámara; les falta sonreír para parecerse a los hijos de las familias que aparecen en los anuncios y en las postales. No sonríen. Ese lugar desahuciado es el fin de una cadena de producción irrefrenable que se ahorca a sí misma. Que oprime a sus olvidados y niega sus disparidades. Que contamina los ríos con espumas mugrientas, vestigios del mar urbano en cuyas costas oscuras la gente sobrevive día con día. 


García Moreno cierra su metraje con el movimiento de las lavazas. A lo largo de este, propone acompañar a un personaje escueto que deja estampas a su paso, que arrastra los pies en la amargura de un tango, que asciende en los remolinos de la montaña. Verlo ahora, tras el paso de los años, nos dirige a una pantalla delgada, por la que el óxido de la violencia demuestra que envejece, pero no se va. Su narrativa no tradicional y su visión de la ciudad desde adentro, mezclada con elementos visuales que inspiran otros imaginarios, hacen de esta una caminata inmersiva e insinuante, que nos lleva a la deriva, al atardecer de Medellín: aletargada en sus mareas, en sus arreboles, en sus sensorialidades vespertinas. Nadamos en pleno centro de la ciudad que conoce el mar, pero no lo ha visto.


* Cineasta interesado en las formas divergentes de la imagen y en los métodos de producción alternativos en los que se indague el sentido poético de la misma. Crítico de cine en formación, con interés en el medio colombiano y sus cambios históricos, así como en la crítica como ente literario y poético.


Diego García Moreno y El negro Billy durante el rodaje de Balada del mar no visto


La respuesta que le envié a Santiago Nicolás fue:

Hombre Santiago Nicolás, muy acertada y emotiva tu aproximación a la película. Confieso que me conmoviste. Es como si hubieras llegado a su médula. Qué bueno que tantas décadas después la película guarde su esencia y la transmita. Qué bueno que hayan espectadores como vos que van más allá de ser receptores pasivos y se atreven a manifestar a través de la escritura sus impresiones, vivencias, análisis. 

Muchas gracias por compartirme el texto. Me autorizas a subirlo a mi blog?


P.D. Este artículo fue publicado originalmente en la revista Canaguaro

He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.