lunes, 21 de noviembre de 2011

Los riesgos de la ciclovía

Hace unos días recibí un correo de la Revista Diners en la que me decían "nos encantaría tener un pequeño texto tuyo recomendando una experiencia..." Editarían una publicación especial con 500 recomendaciones de "personajes que sean relevantes, o que por cuenta de su profesión o permanencia en un sitio, tengan una legitimidad reconocible para hablar del tema..."

Me pareció interesante la propuesta y envié un texto a cambio de una copia de la revista. Hace un par de días me llegó la edición "quinientos". Mi primera reacción fue, "vé, esta revista está perfecta para el baño". Aprovechando una necesidad fisiológica me puse a leer experiencias en un máximo de 650 caracteres de personajes relevantes - no sabía que tenía tantos amigos con esa denominación-, y a buscar entre ellas ese instante que había marcado mi vida. Hasta el momento no lo he encontrado. Como no hay un índice se vuelve difícil localizar un texto en particular. Tras varias ojeadas de principio a fin me entró la duda... ¿Qué pasaría? ¿No les gustaría a los editores mi propuesta? ¿Será que se arrepintieron de la legitimidad que antes me reconocían? ¿Será que este tipo de experiencia no es recomendable para los lectores de esa revista? Vaya a saberse. En todo caso, para no dejar en el olvido este ejercicio de memoria, publico a continuación la experiencia que marcó mi vida y que recomiendo a los curiosos activos que se tropiecen con este blog:


LOS RIESGOS DE LA CICLOVÍA

Bogotá, domingo 10 de diciembre de 2006. Me puse los patines frente al Planetario. Al costado de la séptima, cada dos metros a lo largo de 10 kilómetros, había una silla rimax blanca. Todas lucían un velo negro en sus patas y un ladrillo blanco con el nombre, el lugar y la fecha de ejecución de alguna víctima de la tragedia colombiana. “Luego vendrán las mujeres vestidas de negro, portarán un paraguas negro y se sentarán sobre la silla ”, escuché. Caminantes, ciclistas, indigentes y patinadores desfilábamos atónitos. Retorné por mi cámara. Sin cortar el plano, durante los 62 minutos que dura el "caset", desde la Plaza de Bolívar hasta el parque de la 93 grabé la interminable representación del genocidio colombiano. Desde ese domingo recomiendo salir el día de los derechos humanos a la carrera séptima: a lo mejor los artistas anónimos nos saludan con un tremendo revolcón.

Diego García Moreno
cineasta

martes, 6 de septiembre de 2011

El blog de Diego García-Moreno: EL CORAZÓN por Jorge Ruffinelli

El blog de Diego García-Moreno: EL CORAZÓN por Jorge Ruffinelli

EL CORAZÓN por Jorge Ruffinelli

El catedrático y crítico de cine uruguayo Jorge Ruffinelli -Stanford University- hace una reseña de una película que ahora, más que nunca, palpita en mis recuerdos.

El corazón – Colombia 2006 Duración: 80 minutos. Director: Diego García Moreno. Guión: Diego García Moreno. Fotografía: Diego García Moreno. Foto adional: Diego Forero, Javier Quintero, Sergio García. Iconos y grafías: Juan Camilo Uribe, Rolando Vargas. Música: Sally Station. Sonido: Carlos Lopera. Montaje: Carlos Marciales. Asistencia general: Javier Quintero. Intérpretes: José Gregorio Usaga, Yaneth Meza, Cruz Marina González (la mamá), Yerneis Fredy y María Edelmeri Usaga (hermanos de José Gregorio), Dr. Francisco Gómez “Pacho”, Silvia García (esposa de Pacho), Dr. Gilberto Martínez (cardio-actor), Juan Camilo Uribe (artista), Dr. J. Alberto Bernal E. (record-doctor), Dr. Alfondo Mejía Vélez. Productor: Lamaraca Producciones.


En sus documentales, García Moreno ha trabajado siempre de maneras muy imaginativas y creativas, sobre los mitos culturales de su país (la cama, la corbata, la arepa, etc.). En El corazón acierta a tocar el nervio central del sistema colombiano, porque desde la religión (la afición nacional al Sagrado Corazón) hasta la perpetua guerra (por ejemplo, las temidas minas antipersonales), todo parece conducir a destrozar el corazón de los colombianos y del país entero. Real y metafóricamente. Ni siquiera necesitó García Moreno acudir al romanticismo de la literatura para buscar fuentes sobre “el corazón”: éste está en las manos (y bocas) de los cirujanos, en el discurso religioso, en el arte, y hasta en la propaganda política. De hecho, aún con escasas alusiones directas a la política, El corazón es el más político de sus documentales.
Comienza con la explicación básica del funcionamiento del órgano cardíaco en la voz y las manos del Dr. Francisco Gómez. Si la cámara subraya la expresividad de las manos y sus dedos delgados y eficacísimos, es porque muchos operados del corazón afortunadamente han dependido de esas manos. En una secuencia impresionante, se ve cómo los cirujanos extraen una esquirla de bomba incrustada en el corazón de un soldado (José Gregorio Usaga), quien se convierte con todo derecho en el otro protagonista principal del relato. Sin embargo, aunque el Dr. Gómez (“Pacho”) abre el documental desde la cirugía, otro médico (Gilberto Martínez) demuestra asombrosamente un método, que él ha perfeccionado, para auxiliar en el diagnóstico sobre el corazón imperfecto: los sonidos del corazón, que él reproduce con su boca. En un aspecto de la medicina tan caro como la detección de las enfermedades cardíacas y las operaciones muchas veces necesarias (y otras no), ese “procedimiento” oral y mimético parece un recurso milagroso para el buen diagnóstico. Aunque no todos lo acepten.
El Sagrado Corazón ha permeado a la sociedad colombiana de una manera profunda y peligrosa durante más de un siglo, hasta que un régimenos más liberal que conservador separó estado de religión. Muchos líderes políticos y presidentes se rodearon del Sagrado Corazón como de una armadura, usándolo en sus discursos de asunción de mando, pero la verdad es que la fe no le sirvió ni al país ni a sus mandatarios a lo largo de la historia del siglo XX. Las imágenes religiosas siguen prosperando, y como dice Juan Camilo Uribe, lo que se venera popularmente es un dibujo plastificado.
La realidad está en otro lugar del corazón. El documental emplea un impresionante fragmento de archivo —la intervención quirúrgica en el corazón de José Gregorio Usaga— y luego hace del joven su protagonista. Declarado incapacitado por el ejército, sin embargo no “alcanzó” el porcentaje de incapacidad como para cobrar una pensión. José Gregorio confiesa que él —como sin duda muchos otros soldados— no entró al ejército por “patriotismo” sino como a un empleo, y trabajó por su país hasta que la mina fatídica le estalló e hirió su corazón. Ni el estado ni la sociedad han reconocido su “deuda” con él, y mantiene a su compañera y a su hijo recién nacido trabajando como acarreador de botellas, en un trabajo de enorme gasto físico que podría matarlo. (No lo dice el film, pero como resultado de haber sido exhibido en un Museo, finalmente, consiguió un empleo adecuado en ese mismo Museo).
“En casa de herrero, cuchara de palo”, dice un comensal mientras comen en casa del Dr. Gómez, para referirse al hecho de que Silvia, la esposa, comenzó a sufrir irregularidades del ritmo cardíaco, teniendo que someterse a ejercicios y tratamientos y, de hecho extendiendo su preocupación y angustia a su marido, el experto cirujano. El corazón no da pausa.
En su forma y formato, El corazón apela también a la ironía y a la imaginación visual. Es muy dinámica con sus intertítulos. Convoca al arte de Juan Camilo Uribe, quien en su obra hizo del corazón un tema plástico de gran elocuencia. Y, ante todo, se fragmenta el desarrollo del documental con capítulos que, al presentarse, buscan ampliar, en su diálogo con el espectador, las vertientes y variantes metafóricas de su tema y título: “El primer latido”, “El voto nacional / Primera consagración”, “Trasplantes celestiales”, “Vena poética”, “Arterias de violencia”, “La cicatriz”, “Taquicardia social”, “Colombia en la mira / Hipertensión nacional”, “Détente”, “Insuficiencia vital”, “Nuevo pulso / Tomando impulso”, “Beat of the heart”, “Colombia es pasión”. Diego García Moreno incluye en su documental una gran variedad de temas y subtemas cordiales, desde los sacrificios indígenas antiguos, hasta algunas páginas de García Márquez, pasando por reuniones semanales de especialistas médicos, y la parafernalia religiosa de las estampitas, incluyendo el error histórico de representar a Cristo bendiciendo con la mano izquierda.
Años después de realizar este documental Diego García Moreno sufrió un infarto cuya recuperación, como buen cineasta, filmó y compartió en su propio blog. Tal vez el haber realizado El corazón le enseñó a detectar temprano los síntomas. Es que, en verdad, había realizado su película con todo el corazón.

domingo, 8 de mayo de 2011

LA CAJITA AZUL

Cuando los días amanecían así, blancos, lechosos, salpicados por una lluviecita menuda, como hoy, con una temperatura que te ordenaba ir al armario a buscarte un pesado suéter o a correr a la tina a tomar una ducha caliente, una voz melosa, interior y seductora, te proponía permanecer en la cama, esconderte entre las cobijas, acariciar tu mejilla con la almohada... reposa, guarda el calorcito, no te apures... pero tú te debatías entre la lista de oficios atrasados, tareas puntales, obligaciones de siempre, presentías el tarro del café vacío, el refrigerador pidiéndote que le llenaras su vientre con bolsitas de colores, cómprate un porrón de leche, ya se acabaron los huevos, no tienes queso ni pan ni miel ni mantequilla, hace días no traes frutas, te imaginas una mandarina, qué lindo sería ver el sonroje de un tomate, una zanahoria o un buen trozo de jamón, y escuchabas el ronroneo tuyo, el murmullo de las tripas propias haciendo bostezos sinfónicos dignos de un puerco adormecido, tengo hambre, tengo un vacío, y hasta esa insoportable necesidad de ir al baño a vaciar tus líquidos fermentados en la penumbra larga de la noche se atravesaba con sus impostergables premuras ¿será que no me levanto? ¿será que hago pereza? Soldado humano que has sido, respondías entonces a la orden fundamental de l anatomía y te encontrabas orinando a cántaros frente a la olleta de porcelana blanca. Silenciabas el murmullo de la ventisca y las dulces tentaciones se diluían al vaciar el inodoro. ¡En acción, vamos, es sábado, aprovecha del día! Qué va. Es el tiempo de una siesta matutina. Y volvías al lecho, dormías, te regalabas una casacadita de improvisados sueños, dejabas que el ritmo de la vida aceptara ese ritual de soberana pereza que creías sería el prólogo fundamental de la vida que desde ese entonces llevarías.

El día es blanco, cae una lluviecita menuda, es sábado, tengo que levantarme a tomarme una pepa. Cuáles dudas. Cuáles nostalgias de la almohada. El pastillero está vacío. Hay que proveerlo. Todos los sábados de la vida tendré que aprovisionar esta cajita azul sintética, rígida, transparente, donde leo monday morning, tuesday, wednesday… y para cada día han dispuesto unos cajoncitos rotulados con breakfast, noon, eve, bed… sabiduría gringa en inglés, el órden soberano de los días, de las horas, conciencia de la salud de un pueblo que ha aprendido a ordenar y dar órdenes sobre la faz de la tierra. Sólo pienso en cumplir a cabalidad con mi disciplina farmacoterapéutica obligatoria. El día en que salí del hospital, Sally llegó orgullosa con la cajita azul y con el primer atado de drogas que aprobó la empresa prestadora de salud. Ese señor está irremediablemente enfermo, como constata en su historia clínica, está recién infartado, cateteriado, aprovisionado con un par de stents en su coronaria descendente anterior. Ese señor no tiene salvación. Desde ahora y por siempre tendrá que practicar el ritual riguroso de las drogas. Tenga, señora, revise que el pedido coincida con la fórmula del doctor. Todo coincidía. Sally había hecho un pequeño afiche con las fotos de cada píldora y la dosis diaria que tendría que tomarme. También había llamado al médico homeopático para que diera su apoyo naturalista en el período de recuperación y recomendara sus propias medicinas. Gotitas de sulfurus y … y grágeas de omegatres, seis y nueve. El plegable contenía la información para una dosis de 14 medicamentos diarios. Y recuerde, retumbaba en mi memoria la voz de Carmen Beatriz la fisioterapeuta, ¡siempre, hasta el último día de su vida, tendrá que tomarse el copidogrel y la aspirina! Esa cajita azul me propino la primera ofuscación post-infarto. Sally había sacado de sus sobres las pepitas y las había dispuesto en las alacenas. ¿Cómo sé yo cuál es cuál? Aquí no hay ningún letrero. Sólo pildoratias de colores, pepitas coquetitas, malparidas pepas. Mi primera reacción sonó a reproche. A Sally le provocó mandarme para la mierda pero se contuvo. No quería provocar un ofusque que desembocara en una nueva crisis cardíaca. Que el señor tiene un trombito en la punta del corazón que está atrapado en una terminal de una arteria. De allí la razón de tanta droga. Porque aparte del copidogrel y la aspirina, tendrás que tomar la warfarina que es un coagulante bien difícil de dosificar. Tendrás que hacerte tomas de sangre cada 5 días y cuando logres estabilizar los índices de INR entre dos y tres, sabremos cuáles tomarás durante los próximos tres, cuatro, seis meses. Y recuerda que esta semana tendrás que inyectarte en la barriga estas inyecciones.

Estoy llenando por cuarta vez cada cajoncito con las drogas recetadas por el doctor Santacruz. Pacientemente, como me ha recomendado en sus fórmulas, coloco las pastillas de la mañana, las del mediodía, la tarde y las para antes de acostar en su sitio. He aprendido a partir en dos con mi navaja suiza aquellas que han deben ingerise por medias dosis al levantarme y después de la cena. Ya podemos bajarle la intensidad al metroprolol dijo el doctor en la última revisión. Media pildora cada ocho horas. El copidogrel sí tiene que ser para siempre, no lo olvide, una pastilla de tantos miligramos al día. Los 5 miligramos de warfarina se los dejamos durante entre tres y seis meses más. Cuando vuelva a consulta le haremos un scan y veremos si el trombo que quedó retenido en el extremo de la arteria en la punta del corazón no se ha movido. Si ha sido asimilado por la superficie del corazón lo suspendemos. Mientras tanto, no se le ocurra pelear, caerse, cortarse, herirse la boca, no use seda dental, no haga acrobacias extremas ni artes marciales. Si cuando defeque u orine llegase a detectar rastros de sangre nos avisa inmediatamente. Recuerde que peligra tener una hemorragia.

Salió el sol. Es por la tarde. Almorcé un sancocho de sierra delicioso. Qué bueno salir por segunda vez. Logré controlar la modorra de la mañana escapándome de compras. Quiroga, ¿qué hacés? Estaba en la cama esquivando la blancura del día, la lloviznita deleznable. ¿Vamos a comprar pescado? Dudó, recordó las múltiples referencias de precio, calidad, diversidad que ofrecía el supermercado de la 69 con diecisiete ¿Vamos de una? ¿En media hora? Listo. Te recojo en la quinta.

El pelo húmedo y peinado. Blancos los dos por la acumulación de semanas en la penumbra. Los cerros de un verde fundamentalista, como si nunca se hubieran quemado, como si jamás pudieran ser víctimas de los pirómanos urbanos, le hacían buen conjunta a mi toyota color esperanza. El radio hablaba de los parques nacionales, el ambientalismo en auge, de la esperanza hídrica que es Colombia para la región. No hablamos de las inundaciones. No miramos hacia la sabana y sus recién estrenados lagos. Ni mencionamos que el gobierno ha dispuesto comprar todas las hectáreas anegadas para devolvérselas al río. ¿Será cierta tanta buena voluntad? Agua y sol, ansias de devorar fauna marina. Llegamos. Pesca-mar o surti-mar? Algo así. Tres pisos. Edificio azul de arquitectura paisa muy reciente. Un narc-decó moderado. Muchos parqueaderos. Mucho campero de vidrio blindado. Mucha señora de tacón puntudo subiendo las escaleras. Segundo piso. Todo práctico. Fila india en torno a congeladores horizontales exhibiendo cuanto filete y mariscos aparecen en el diccionario. Pulpo, calamar, langostino, langosta. Mero, salmón, corvina, lenguado, sierra. Cada pieza en su bolsita plástica. El atún rojo, y la trucha y el bagre, y los caracoles, y las ostras. Puerto Bogotá a cuarenta y cinco grados abajo del horizonte de nuestra vista. Una canastilla llenándose de paquetitos. ¿Trajiste la tarjeta? Cuán poca esperanza le quedan a las especies marinas si estas culturas ancestralmete carroñeras se convierten en devoradoras de la fauna marina. Los cerdos se sonrojan de la dicha y cantan como hienas. Los perros callejeros no tendrán que ser disfrazados de conejos en los mataderos clandestinos. Aparece un pato a mitad de camino. Mirále el precio ¿lo compramos? A la canasta lo echamos tras firmar el convenio de comérnoslo juntos la semana entrante. Qué dicha. Pagamos. Qué precio. Qué orden. Qué mañana tan bien aprovechada.

Tres meses atrás, a mi regreso de Isla fuerte, traje un viajadito de ñame. El sol seguía haciendo efecto y me proponía recetas. Pero la palabra sancocho opacaba las demás. Seguro fue por el efecto resplendoroso del ñame. Si no lo comemos ahora, se podrirá. Cojí un cuchillo bien afilado y puse el tubérculo sobre una madera. Le quité su piel terrosa. Lavé los trozos, los lancé a la olla a presión. Piqué plátano colisero, cebolla, pimentón, gengibre, ajo. Agua, un poco de vino, leche de coco, pimienta, sal. Todo fuego alto. Al primer hervor introduje los trozos de sierra. En dos minutos estaban blancos, límpidos, como el amanecer que se fue, y volví a sacarlos. Dejé el perejil y el cilantro para el final. Sonreí al probar, al aprobar el primer sorbo, qué delicia. Sally ¿Quieres almorzar? Saqué la cajita azul. Busqué saturday, noon, abrí el compartimento y saque la warfarina, la media pastilla de lovastatina, una grágea de omega trés, unas gotitas de sulfurus y terminé con un vasito de leche y una galletita de oreo. Un pecadito para olvidar el estress.

Qué bueno salir por segunda vez. Hoy no he caminado. El único ejercicio ha sido darle la vuelta a unos refrigeradores repletos de pescado. Qué bueno sería hacer un ejercicio más contundente, más espiritual. Claro, Hay Feria del libro. ¿Sally, vamos a la feria? No, mi amor, tengo que terminar las traducciones. Nati, Nati. Nati no está. Sergio y Mavila están ocupados, se van a recorrer el mundo desde el martes y están ordenando sus enseres, o desardonándose entre despedidas. Fulanito de tal está ausente, perencejo no contesta. Busco el chat del facebook. ¿Quién estará por ahí un sábado a las dos de la tarde? Los punticos verdes frente a los nombres de los amigos conectados. A ver, aver. María Clara, ¿aceptarías ser la lazarilla de un post- infartado en la feria del libro? Sería un honor.

A las cinco y cuarto timbró el teléfono. Estamos abajo. Ciao, mi amor. Me voy para la feria…..

¿Llevas el pastillero, mi amor?

P:D:Este texto nació en forma de carta para Catalina Villar.

miércoles, 4 de mayo de 2011

DE LA AREPA A LA PEPA...Un sábado, un mes después...


¿Qué te cuénto...?
Por ejemplo. Un sábado cualquiera post- infartum.: Acuéstate el viernes temprano porque tienes toma de sangre en ayunas. Seis de la mañana en la ducha. No te se ocurra comer nada. No estás autorizado a conducir, pero ya te sientes bien, se quitó el mareíto, la nube en la cabeza. Hay que estar a las siete haciendo cola en el dispensario. Señorita, de nuevo por el nivel de INR, sí estoy tomando anticoagulantes, warfarina, señorita. La fecha prevista es para el lunes, señor. Si, pero como me pusieron tan temprano la cita con el cardiólogo y necesitamos el resultado antes, lo podemos hacer desde hoy, es ya la quinta muestra. Ok. Espere en la salita. Leo el periódico. Detenidos en Londres una pareja de actores que simulaba la boda real disfrazados en zombies. Se cayeron todas las carreteras de Colombia. Investigado el alcalde por procesos ilegales en contratación. Su hermano detenido, los Nule en la Picota. Falcao es el Messi colombiano. Señor García, su turno. Señorita ¿puedo tomar una foto cuando me saque la sangre? Estoy siguiendo audiovisualmente el rumbo de mi vida tras un infarto. Se pone pálida la enfermera. Tan raro usted. Es que vengo aquí dos veces por semana y quiero guardar un recuerdo. Tomo anticoagulantes. ¿Para toda la vida? No sé. Click. Le aviso. Click. Saca la aguja. Click.
Pase a las once y media. Gracias, señorita. Debería recoger una autorización para una consulta con la dietista. Entro a la oficina de permisos. Diecisiete personas antes que yo. Ya hay broncas entre clientes y oficinistas. Que yo hablo así y si no le gusta, no es mi problema. Respete. Siempre es lo mismo. Pacientes que se ofuscan porque les niegan sus citas con el especialistas, sus biopsias, sus scanners. Yo no puedo hacer nada. Es decisión del médico, de la junta, de un evaluador invisible que nunca está y casi siempre lo niega todo. Me provoca hacerle dúo a la paciente. Me callo. A lo mejor pierdo el control y me da otro infarto, o me agarra bronca la empleada y no atiende mi solicitud. En la televisión muestran cómo se amaestran perros. Cruzo una sonrisa con una pareja que ha detectado la tensión en el ambiente. Leo más periódico. Es sábado, sobredosis de promociones de autos. Dudo, esto será largo. Tengo que reclamar el copidogrel. La pastilla que siempre, hasta el final de mis días tendré que tomar. Repito mi frase preferida "si comí arepas todos los días durante mis primeros veinticinco años, ahora debo aprender a tomar pepas todos los días... de la arepa a la pepa", Me río solo. Llego a la farmacia. Espero. Me atienden. No señor, como esta droga fue aprobada por el comité científico y es muy cara, debe reclamarla en la cien con diecinueve. Mierda, estoy en la séptima con 53. Por fortuna tengo el auto. Estoy en ayunas. ¿Comer algo? No. En marcha. Bogotá de trancones matinales, verpertinos y nocturnos. Calma. Debes aprender la paciencia. La circunvalar húmeda. Los cerros húmedos. La voz de la locutora en la radio congestionada. Amparito Grisales siempre húmeda ha seleccionado sus canciones preferidas. Tiembla con sus recuerdos se humedece con el potrillo Aguilar, se inyectó no sé cuál droga para mantener la humedad de su piel. ¿Dónde parqueo? Es la Bogotá moderna, cara, un estacionamiento libre. Un Pomona, de una. Parqueo, espero no me cobren. No compraré nada. Cruzo la calle caminando, soy imprudente. Peligro de morir atropellado. Me flagelo, soy culpable. Alcanzo la calle. Pido la droga, necesita fotocopia de la autorización. Cien pesos la fotocopia. Me entregan la droga. Me autorizaron 3 meses pero sólo me entregan las correspondientes a 28 días. Que debo volver a la oficina por otra autorización. Lo haré, tengo un mes. Regresaré, regresaré. Y regreso a casa. Busco la caja de las drogas.

Saco el pastillero y comienzo a depositar en cada alacenita, desayuno, mediamañana, almuerzo, noche, la dosis de pepas que debo tomar cada día. Omeoprazol, Lovastatina, copidogrel, warfarina, aspirina, lozartan... y el omega tres, el omega tres, elomegatres. Son apenas las nueve y cuarto. Ya estoy fatigado. Debo descansar un rato porque me falta el gimnasio. Debo caminar 40 minutos sobre la banda, o montar en bicicleta, o en ese aparato que no recuerdo el nombre, debo cumplir mis tareas de recuperación física, debo, debo, debo estar paciente, no excitarme, no acalorarme, no modificar mi curva rítmica. Y así, así va el día de un sábado normal, un mes después del infato que me sorpendió en la ruta al regreso de Miami. Beso.

viernes, 22 de abril de 2011

CALENDARIO CARDIACO

Se recortan las agendas
se alargan las indescifrables esperas
se programan magistrales sesiones de paciencia
se disponen sobre la mesa las pócimas imprecisas
que definen la coagulación mantienen la presión y regulan el ritmo.
Me he inyectado en la barriga una dosis de esperanza
y el hilillo de sangre al extraer la aguja no cesa
La inocente hemofilia que espanta la conformación del trombo
el tapón, el infarto, el eco del gran susto mancha el hilván de la cintura
me deja boquiabierto desconcertado
hace que mis manos se esfuercen en borrar
con un trocito de algodón culpable
el sendero hacía el abismo
que como una estalactita
recrea el horizonte y
proyecta el asombro impreciso

viernes, 8 de abril de 2011

Rutas documentales, rutas de vida.


De MEDELLÍN a BOGOTÁ a CALI a BUENOS AIRES a BARRANQUILLA Y SANTAMARTA a ATLANTIDA a BIARRITZ a CARTAGENA a THESSALONNIKI a NYON a BUENOS AIRES... a ?¿Cómo prever el camino de una película? Jamás imaginé trazar en el mapa esta extraña ruta. La vida de una obra, en este caso una película documental, es absolutamente independiente de la voluntad de quienes la fabrican. Un día recibí una carta de Biarritz diciéndome que BEATRIZ GONZÁLEZ ¿POR QUÉ LLORA SI YA REÍ? había sido seleccionada para participar en FIPA. ¿Cómo? Yo no he enviado la copia a pre-selección... Que a madame Teresa Cavani, la directora artística le encantó esa peli, que la vio en la preselección de Abu Dhabi, donde había sido presentada por Denis DeLaRoca el programador latinoamericano que la descubrió en el BAM (Mercado Audiovisual de Bogotá) Ah... pues sensacional. Y, sin pensarlo un segundo, dije que sí, acepto, inclúyanla en el programa. Y fue seleccionada en la competencia de la categoría Documental de Creación. Entendí que la exclusión del festival de los Emiratos, pero la inclusión en este encuentro europeo de programas audiovisuales le marcaba un nuevo derrotero. Quizás le cerraba puertas para otros festivales en Francia, pero ¿cuál es el mejor? Hay una larga lista que va por todas las ciudades de ese país y del mundo a las que uno envía porque tienen reputación, son afines al género o, en muchos casos a la lengua o región del mundo de donde provienen. En el mundillo cinematográfico se dice que uno debe intentar pasar en Cannes, Venezia o Berlín y después...? Si te seleccionan allí eres alguien, haces parte de las ligas mayores, después que venga lo que sea. Yo me había ilusionado el año pasado con Venezia. En el festival de Cartagena encontré a Luciano Barisone, director del festival dei Popoli en Florencia, le entregué el último corte sin mezcla ni corrección de color y a los pocos días me envió una carta maravillosa hablándome de la peli, de su importancia histórica y artística, y preguntándome si podía enviarle la copia al director de la Mostra porque consideraba que era una película digna para ese tipo de evento. Y esa felicidad que comienza a metérsele a uno en el alma, carajo. Retardé la salida de la peli hasta que un día recibí u correo de Venezia y otro de Florencia diciéndome que niente, que muchas gracias, que han recibido este año no sé cuántas mil películas y que no había caso... joder. Pero al mismo tiempo me entero que la selección de la Muestra Internacional de Bogotá la ha seleccionado para la sesión inaugural y me pongo feliz pues me viene al recuerdo que mi motivación mayor al realizar esta película era, como lo he venido diciendo desde hace años: jugar de local: hablar bien cerca, a los amigos, a la familia, a los que viven en este territorio azotado por los problemas o las dichas que me obsesionan. Tratar de filmar y narrar "bien", claramente, sin esconder, tratar de profundizar, de tomarme todo el tiempo necesario, de tocar temáticas que nos desbordan desde otros puntos de vista, para ver si es posible aclarar, recordar, provocar la reflexión, el entretenimiento conmovedor, la re-conquista de la fragilidad del cuerpo ante el bomberdeo de secuencias, imágenes, de relatos audio-visuales, que pareciera nos hubieran llevado a una insensibilidad lamentable. En fin. Y, si esta conversación íntima es escuchada por un oído externo, entrometido, que considera importante su contenido, pues que lo lleve, que le abra nuevos horizontes. Que internacionalice su visión. Curioso. Han pasado varios meses después de la primera presentación de "Beatriz..." y me encuentro con una sucesión de palabras que hacen parte de un mapa inimaginado. Que me comprueban que este ser camina o vuela o serpentea o nada. Que se mueve, que está vivo. He sido testigo en las presentaciones donde he estado presente que la pdelícula conmueve. A veces me dicen, su película está en competencia... ¿Competencia? ¿De qué? ¿Contra qué o quién? En el fondo una voz me dice: ¿Cómo va a estar compitiendo esta película si lo único que propone es una reflexión sobre el papel del arte en el destino de la humanidad, el compromiso del artista como relator del destino trágico de la humanidad…? Si lo único que cuenta es la obsesión de una señora artista colombiana que se volvió víctima de la historia de su país y decidió colaborar simbólicamente a darle justa sepultura a los innumerables muertos de su patria... Extraño oficio de concursante y competidor en el que caemos o en el que el oficio nos confina. Todo es cuestión de imagen. Imagen para las imágenes que hacemos, imagen para la imagen que queremos darnos a nosotros como artistas, como pensadores, como relatores.
Imagino a veces que realmente soy independiente y no caigo en eso. Pero empieza esa duda ¿será que más allá de los festivales, donde si a uno le va bien, llegan 500 personas a ver la película, podremos llevarle al "público en general" nuestro trabajo? Será que sin el peso mediático que teóricamente agregan a la película los festivales sobrevivirá en el tiempo? ¿Será que lograremos rentabilizar esta inversión económica, energética, creativa, que hemos depositado en la película? Vaya a saberse. Recuerdo que mi plan local de distribución ha sido diseñado para que se presente en cementerios, en espacios funerarios, en fosas comunes y camposantos…
Había comenzado a escribir este texto unos días antes del infarto. Curiosamente estuve al borde de volver a los cementerios pero como cuerpo o cenizas. Hoy recibí la noticia de que Documenta Madrid no está interesada en mi película, recuerdo que mañana debía salir rumbo a Buenos Aires para acompañar mi película en el Bafici. La temática de la obra curada, o aceptada, o seleccionada, o bendecida por los peritos vuelve a ser relevante. La obsesión por llegar a un público ante quien la película sea útil desde el punto de vista de lo que el artista considera útil vuelve a ser preponderante. Ahora las órdenes médicas me piden, exigen, imponen, calma. Debo replantear la dosificación de la energía. Más que lanzarme con una lanza loca contra las aspas de los molinos de la industria me tocará convencer a ilusos divertidos y eficaces de que estos rituales cargados de reflexiones locales son importantes, necesarios, más allá del esplendor mediático de los eventos cinematográficos. Que la cinematografía documental en la que me he embarcado no es más que un detonador de pensamiento vestido con secuendias de dolor y risa, un trazo más de otro proyecto mayor de acción ética, de comportamiento ante los misterios de la existencia y un antídoto contra esta barbarie humana, bien encorbatada y engallada de bijouterie barata , que tanto dolor y miseria ha esparcido a lo largo y ancho del planeta redondo.

Los paseos de la muerte



Los paseos de la muerte son unas romerías que en muchas oportunidades deben seguir los usuarios rasos del sistema de salud colombiano. Consisten en unos desplazamientos entre quejidos y blasfemias a través de unidades de urgencia de hospitales que dependen de las entidades prestadoras de servicio, las cuales colocan unos anillos de seguridad, o filtros, para impedir que se les cuele alguien que según unos evaluadores, de dudosa procedencia o malintencionada instrucción, tenga una afección que no sea "de vida o muerte", y que requiera de la utilización de tecnología costosa. Ese fue más o menos mi caso. Fueron desafortunadas cuarenta horas de dolor, desconcierto e indignación que terminaron con un infarto grave que me ha tenido ya 12 días en el hospital.

Como la Parca a veces se despista, al parecer se enrumbó en la esquina y se le olvidó recoger el bulto que tenía haciendo cola en la próxima parada de su carroza mortuoria, dejando a su contenido padecer conectado a un servicio de cuidados intensivos, ligado a los líquidos vitales por mil tubitos y sedado por gruesas dosis de morfina. No era el momento, todavía.

La sabiduría del corazón se enriqueció con dolorosas vivencias de otros pacientes multifacéticos que derramaban sus quejidos en la larga galería de camillas. Ojalá que esta infusión de realismo abrupto ayude a apaciguar muchos afanes que tanta pelotera humana, tanto insólito cataclismo terráqueo, tanta porquería social, tanta partícula mugrosa en el aire, nos traen a diario a las ventanas múltiples del cuerpo, el apartamento, la vida.

Mientras, preparo un temita por los lados de la Sierra de Santa Marta a ver si los hermanitos mayores, tan maltratados ellos, nos dan algunas pistas elementales.


Les va un abrazote desde esta salita del hospital San Ignacio desde la que logro, por fortuna, acariciar un boceto de los cerros orientales bogotanos.






viernes, 14 de enero de 2011

Feliz año y buenas noticias: FIPA 2011


¡Por fortuna fuimos al mar! El agua, la madre, la patrona que tanto azotó a Colombia a finales del 2010, fue también la dócil niñera que me libró de ese cansancio almacenado en un año de mucho trabajo. Fuimos al Caribe y tuvimos el privilegio de nadar, cantar, leer, comer, beber, vivir profundamente con amigos de los buenos y exterminar toxinas, descargarle a los sueños malos recuerdos, retonificar con vitamina sol esta piel enmohecida por el frío bogotano. En fin. Dejemos para después la croniqueadería y contemos alguna noticia interesante para comenzar el año. Aquí va este comunicado de prensa que habla de los planes nuevos y resume las acciones de la peli Beatriz G, durante el año anterior.


BEATRIZ GONZÁLEZ ¿POR QUÉ LLORA SI YA REÍ?
Competencia oficial FIPA 2011- Sección documentales de creación.

El largometraje documental COLOMBIANO BEATRIZ GONZALEZ ¿POR QUÉ LLORA SI YA REÍ?, realizado por Diego García-Moreno se presentara el 28 y 29 de enero en la competencia oficial del festival internacional de programas audiovisuales FIPA, dentro de la categoria documentales de creación, que abrira su versión numero 24 en la ciudad de Biarritz, Francia.
http://www.fipa.tm.fr/en/programs/2011/beatriz-gonzalez-21930.htm
Esta película producida por Lamaraca producciones con el apoyo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico de Colombia, también hace parte de la selección oficial del BAFICI de Argentina que se llevará acabo en Buenos Aires en el mes de abril.
BEATRIZ GONZÁLEZ continua así el recorrido de festivales que inicio en el 2010, con su presencia en, la clausura del Festival Internacional de Cine Sin Fronteras de Medellín, la gala de inauguración de la Muestra internacional documental de Bogotá, la selección Doc BsAs y su participación en la competención oficial en el Festival Internacional de Cine de Cali, y el Festival Atlantidoc de Uruguay .
Estableciendo una relación privilegiada entre el arte y la cinematografía, este documental de creación fue seleccionado por el SALON DE ARTISTAS NACIONALES para las jornadas inaugurales que se realizaron en Barranquilla y Santa Marta, quedando pendiente la presentación el próximo 9 de febrero en Cartagena.
Para su difusión nacional, el equipo de Lamaraca prod. ha diseñado PROYECTANDO MEMORIA, un peregrinaje artístico por los espacios funerarios de Colombia, utilizando el cine, el arte y la reflexión como un acto de reparación y sanación ante la devastadora muerte violenta que ha desangrado el país en las últimas décadas. Ya se han realizado presentaciones en el Cementerio Central de Bogotá y en el cementerio de San Lorenzo de Medellín.

Para mayor información, visitar:

http://www.lamaracaproducciones.com/
http://www.facebook.com/pages/Proyectando-Memoria/109208502477262
http://diegogarciamoreno.blogspot.com/

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mailto:lamaracaprod@yahoo.com
He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.