miércoles, 29 de julio de 2015

AGONÍA

Agonía.

Agonizo
A Cada paso
A Cada nube de polvo
A Cada dolor contenido
A Cada recuerdo asfixiado
A Cada gemido
A Cada golpe de machete
A Cada picoteo de garza
A Cada mirada extraviada a mis espaldas
A Cada soslayo de ira
A Cada gemido
A Cada silbido trepando el árbol
A Cada gota de sudor quemando la sábana
A Cada gota de agua abriendo camino en el pelo
A Cada chorro de agua buscando ternura en la piel
A Cada reclamo escupido
A Cada lágrima desbocada
A Cada gemido
A Cada caño de caña sembrado
A Cada caño de caña cortado
A Cada caño de caña quemado
A Cada copo de ceniza
A Cada ceniza
Agonizo



Diego García-Moreno
Tras ver “La tierra y la sombra”
Bogotá,  julio26 de 2015


sábado, 11 de julio de 2015

REBOTES DE LA REBECA

I
El 13 de marzo de 2013 publiqué en este mismo blog una pequeña crónica sobre la Rebeca, una escultura en mármol blanco de estilo clásico que se encuentra en el centro de Bogotá. 

       


DE BOTOX- DE LA REBECA

Está muy pispa la niña pero ¿le viste esos codos tan feos? Mi abuela era implacable. Nos forzaba a esculcar los defectos de nuestras noviecitas hasta hacernos dudar de su belleza. Y agregaba "no hay nada más hermoso que la belleza natural". ¿Serían los codos algún segmento artificial? De todas maneras, seguramente, eso influyó en el rechazo que me producen las narices pasadas por cirugía plástica, las nalgas, las tetas, las inyecciones de botox. Por muy fino que haya sido el cirujano, ahí le quedó la desproporción. Me encantan las narices con carácter, las que hacen juego con la cara, los ojos, la memoria genética. En cambio esas flechitas apuntando al cielo con dos microcicatrices en los bordes me hacen creer que esa cara no le corresponde a la persona que me mira. 

Fue peatoneando en Bogotá que me encontré a la Rebeca. Una hermosa mujer desnuda, inclinada llenando su cántaro de agua, perdón su totumo. La vi de espaldas. Fui a retratarla cuando, vaya sorpresa, me percaté que le habían amputado la nariz. ¿Cómo se les ocurrió, carajo, violentar a tal punto a esta belleza? Supongo que a esta mujer el escultor Luis Luchinelli, su creador, le construyó una nariz helénica, de aquellas que descendían rectas desde la frente... a lo mejor no: fue el primer representante de la versión afroquimbaya y le regaló una nariz chata con respiraderos amplios... vaya a saberse. Esperemos que algún día ese trozo de piedra tallado regrese a su fosa nasal calcárea y nos cuente su versión. Mientras, celebremos que todavía queda un rincón en nuestra urbe donde el arte osa reclinarse a celebrar el agua y es capaz de generar reflejos en los que hasta los más perratiados edificios se ven bellos e invitan a celebrar la dicha de vivir entre tanta incertidumbre. 





En el siguiente enlace se encuentran las fotos que acompañaron el texto:





II.

El 24 de abril de 2014 volví a verla. Miren lo que había pasado:






III  

El 12 de junio de 2015 me percaté que que el ojo de agua que rodeaba La Rebeca se había secado;  dicho de otra forma: que la administración de los parques de la ciudad, o la dirección distrital de patrimonio, o quizás la secretaría de salud,  había vaciado la alberca de la que sacaba agua la muchacha bíblica.  Pero no dramaticé el suceso pues estaba fascinado con el efecto que la luz rasante del atardecer producía al golpear los adoquines del piso de la plazoleta enfatizando las siluetas en contraluz de los transeúntes y la nitidez de sus sombras .





IV

El 6 de julio de 2015 desde la ventana de mi oficina vi un tumulto en torno al ojo de agua seco que rodea a la Rebeca. Me aprestaba salir para cumplir una cita en la Escuela Nacional de Cine y me pareció oportuno alistar la cámara y aprovechar para tomarle de pasada una foto a la Rebeca en medio del gentío. Ese día la luz era plana, pesada, sin gracia, y el mitin generaba cierta tensión que a lo lejos se delataba por la presencia de policías motorizados. 



A pocos metros de la pileta le apunté a la mujer de mármol. Antes de que pudiera hacer click sobre la masa de carne de piedra blanca con fondo de escuadrón antidisturbios reclinado en el edificio del costado sur, o de tropel de aparentes punkeros en contraluz al occidente,  escuché un griterío acompañado de silbidos con tono de alerta,  vi manos enfurecidas en formato kalashnikov que me apuntaban y escuché frases amenazantes dejando en claro que si yo llegaba a enfocar  la cara de alguno de los presentes la pagaría muy caro. Fue justo ahí cuando ví que la piel clara de la mujer había sido tatuada con escrituras negras, con mensajes caligrafíados en estética grafitiosa. Un oleaje de  indignación se me subió a la cabeza y se entremezcló con una actitud de defensa  hacia tres jóvenes vestidos de negro que se acercaban insinuando que me destrozarían mi Fuji XT-1. Mierda, Rebeca, refresca mi sed. Fresco, querido, sentí que me dijo. Recuerda que a mí hasta la nariz me han quebrado y aquí sigo, empeñada en darle vida a este incipiente territorio de cemento. Alentado, los enfrenté con una mirada enfurecida acompañada de una frase de reproche que no sé cómo pronuncié  con tal convencimiento "¡Miren como la volvieron!" Y señalé los rayones en tinta negra que le habían hecho a la indefensa mujer desnuda. "Yo para que voy a tomarle fotos a ustedes, a mi lo que me emputa es ver cómo la dañaron!". Del otro lado de la pileta alguien gritó "Eso fueron los hinchas de Millonarios". Bajo las chaqueta negra de los muchachos  que estaban a punto de arrebatarme la cámara descubrí la camisetas verde del Atlético Nacional. El pánico contenido se retorció y viro al formato paisa de origen controlado. Las eses de mi susto se cargaron de un  sonsonete inconfundible  que me acreditaba como posible hincha del mismo equipo que veneraban y provocó que el agresivo vocero del grupo me autorizara a tomar una foto con un fondo neutro para que no "boletiara a sus parceros". 





El 10 de julio publiqué en facebook el siguiente comentario: "Y como no les quedaba muro para ensuciar o pedazo de piel para tatuar arremetieron contra la Rebeca. Cuando fui a tomar la foto me cayeron varios hinchas furibundos del Nacional a decirme que habían sido los hinchas de Millonarios".

Las respuestas no se hicieron esperar. Bernardo Morillo, por ejemplo escribió: ahora quieren la ciudad limpia como NY, llena de godos gomelos, mientras Luis Ospina trajo al debate un artículo donde se exponía la opinión de David Lynch con respecto a los grafitis: 

Ay, mi querida rebeca. No sé por qué me fijo tanto en tí. A lo mejor es por la belleza de tus codos, tal vez porque eres la única capaz de exponer tu desnudez con calma en una ciudad desesperada, quizás porque te has convertido en el termómetro de las fiebres urbanas, o simplemente porque eres la vecina más fiel, la que siempre me ofrece un sorbo para beber cuando me asomo a la ventana. Cómo me gustaría protegerte. Si pudiera llenar a baldados esa poceta vacía en la que te han colocado y así impedir que los vándalos te rompan a martillazos la nariz o que los hinchas furibundos te tatúen los burdos escudos del equipo que alimenta sus sueños. En todo caso sigues fiel a tus designios, y tu gesto indica que estás presta a sacar del vacío el agua que saciará la sed de Abraham y sus camellos. Espero que no lleguen pronto, que tu matrimonio con Isaac se atarde para así tenerte cerca, visible, y no tener que imaginar, poseído por los celos, tus agitadas velados de amor con tu marido.  



jueves, 9 de julio de 2015

ESPACIO Y TIEMPO por Sebastián Ospina.

ACERCA DEL DOCUMENTAL “UN DRAMA DE CUARENTA” de Diego García Moreno.    



 Orestes perseguido por las Erinias

·       ESPACIO Y TIEMPO

El tiempo presente y el tiempo pasado
Tal vez en el tiempo futuro estén ambos presentes,
y el tiempo pasado contenga el futuro.
Si todo instante es presente eternamente
Ningún instante es redimible.
Lo que pudo haber sido es una abstracción
Que sigue siendo una perpetua posibilidad
Sólo en un mundo de especulaciones.
- T.S. Eliot, BURNT NORTON

·        
·       Lo extraordinario del documental de Diego García- Moreno es el registro del espacio donde transcurren los hechos: la ciudad de Bogotá y el Teatro Libre de Bogotá. Una panorámica de la ciudad vista desde el apartamento de Diego en las Torres del Parque nos ubica desde el comienzo en el lugar de los acontecimientos a narrar. En todo drama para que exista el personaje tiene que existir el espacio. Para el caso el personaje es el Teatro Libre de Bogotá y la celebración de 40 años de existencia con el remontaje de la obra LA ORESTÍADA de Esquilo. La casa del personaje es una antigua sala de cine en Chapinero convertida en sede principal del Teatro Libre y escenario donde se representará la obra. La cámara de Diego recorre el interior del edificio como pedro por su casa y es testigo voyerista de la gestación del montaje. Ningún rincón le es vedado. Se entromete en las oficinas administrativas en medio del debate del Director con la Productora en eterna puja entre el costo de los sueños y la consecución de los recursos financieros. Hace el seguimiento de los dibujos collage de la Directora de Arte y su confección y prueba en el taller del vestuarista. Invade el momento privado de un actor repitiendo líneas frente al espejo de un baño. Asoma la oreja en la charla anecdótica de unos tramoyista mientras realizan proezas para instalar una escenografía monumental. Asiste al proceso del Director con la Actriz para encontrar al personaje. Mientras el escenario es ocupado por obreros acompaña al elenco en los ensayos en espacios alternos logrando imágenes sugestivas de personajes griegos trepados en la barra de la cafetería. No contento con esto el documentalista se roba a los actores maquillados y disfrazados para pasearlos por la ciudad recitando parlamentos sin chocar con lo contemporáneo. Son muy bellas las imágenes donde hacen juego con las columnas del Capitolio. El recorrido por la ciudad es osado y exhaustivo mostrándonos los contrastes arquitectónicos entre lo republicano y colonial. Esquinas donde se encuentra la edificación neoclásica con el rascacielos incipiente. Contrario a lo que podría esperarse las figuras griegas no disuenan. Como si la barrera del tiempo se hubiera roto y en nuestro tiempo presente estuviera contenido el pasado remoto de los Átridas y su sangre aún bullendo entre nuestras venas.

      Publicado en facebook el 9 de julio de 2015.


martes, 7 de julio de 2015

LA RAQUETA, LOS TENIS ROJOS Y LA ESPERA

Fragmentos de la Soledad   -continuación-.

El pasaje por el apartamento de mi hermana Beatriz en el barrio LA SOLEDAD de Bogotá me llenó de imágenes desde su ventana, balcón, torre de control, sobre la vida del Park Way. Al principio me parecía importante que cada situación entre árboles, sombras y actitudes humanas tuviera una pequeña crónica, pero poco a poco esa necesidad fue desapareciendo.  Ahora, radicado en otro barrio, viviendo otra escala en el límite de LA MACARENA Y LA PERSEVERANCIA, mirando otras situaciones, aprovecho para publicar algunas de las últimas fotos de los Fragmentos de La Soledad.  No sé cuánto tiempo falta para volver a mi apartamento en LAS TORRES DEL PARQUE, para volver a dispararle a los atardeceres verticales, a las arenas de mi secreto Jardín Japonés que el tiempo va desmoronando.

I



II





III





He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.