Hoy se cumplen dos años de la muerte de mi madre. Qué falta hace esa señora tan sensata, tan ecuánime, tan generosa. Beatriz Moreno, donde estés, te va un abrazo y este poemita que escribí al día siguiente de tu partida:
Todos los guayacanes te ofrecieron
un cielo amarillo como tumba.
Reposa tranquila,
lenta, eterna y silenciosa.
No más pesadas jornadas, Beatriz, querida.
Deja que nosotros cuidemos el jardín
para que disfrutes en paz tu infinito sueño.
Simplemente, a veces, bate tus alas de ángel
y haznos sentir que no estamos solos
en este arduo trajín de todos los días.
Medellín, 19 sept 2012-
Diego garcía Moreno.