Pelusa ya había visto morir tres
de sus gallos y poco parecía importarle que nos le acercáramos para
despedirnos.
-¿Entonces nos vemos mañana a las
siete?
Con la misma displicencia que
había esquivado la cámara cuando sacaba de su bolsillo los billetes para pagar
su derrota, giró la mirada hacia sus amigos y balbuceó el sí, que para nosotros
era el pasaporte para grabar la rutina de su gallera al amanecer .
Eduard tenía cara de zombie. Este
muchacho de 16 años , que su mamá durante mucho tiempo consideró un perezoso,
comenzó cargando el boom a las seis y media de la mañana acompañando a Wily y Fabián en la grabación de un hombre bañándose con
totuma, al aire libre, en un barrio de casitas de madera (se trataba de un viejo
apostador a los gallos quien por su obsesión al juego terminó en la ruina y tuvo que
emplearse como obrero de un salón de billares, cartas y dominó), y oprimió el
último off como camarógrafo a las once y media de la noche para captar imágenes
contrastadas de docenas de varones
amalgamados entre gritos, gallos de riña y cervezas, que todos los viernes en la noche se reúnen a apostar en la gallera de la plaza de Ferias de San Vicente del Caguán.
-Mañana tendremos que visionar el
material grabado. Tan pronto Juan
Pablo y Estefany hayan terminado la peregrinación que doña Elda hace por ciudad
Bolívar recogiendo limosnas para llevárselas a los pobres enfermos, nos
encontraremos en la Biblioteca. Vámonos.
Cuando el taxi estaba a punto de
partir, le dije a David que tenía la sensación de que no teníamos el registro de las emociones en los rostros que
produce una pelea de gallos. Es que fue una riña de mierda, me dijo. ¿Nos
quedamos a otra? Despachamos
a Katerin que estaba extenuada y
con dolor de cabeza, y a los chicos, Soley y Eduard por quienes sus padres ya
deberían estar sufriendo. Cuarenta minutos después nuestras expresiones de
aburrición atestiguaban que la última
riña había estado aun peor.
Este cruce de situaciones, que
testimonia las extensas jornadas de trabajo, nos lleva a descomponer por partes
el menú de lo que fue el Taller de la Memoria en su fase 3 en San Vicente del Caguán:
Juegos de azar y gallos de pelea compartiendo cartelera con una vieja líder
popular, caritativa, víctima
y rezandera. Veamos los proyectos uno a uno.
DEL HUEVO AL PALENQUE
Fue presentado por Eduard, Soley
y Franco –siendo este último el único chico nuevo en esta fase, proveniente la
camada de jóvenes activistas de la biblioteca que dirige Juan Pablo en ciudad
Bolívar, sobre la que ya realizamos un documental-. Se trata de una película
sobre una gallera que, como dijo Eduard, se le ocurrió “de una” cuando se
enteró que el énfasis sería el sonido.
Y vaya si tenía razón porque la sinfonía de cacaraqueos y cantos
incesantes de gallos nos colocó frente a un reto para la edición del sonido.
Pero más allá de eso, fue un ejercicio que sirvió para poner a los
cinéticos ante preguntas
fundamentales. Los chicos, fascinados o curiosos ante las riñas de gallos, se
encontraron con un ritual sangriento donde los hombres proyectan sus
actitudes machistas y su espíritu
guerrero. ¿Qué quieres transmitir con esta película? ¿Es una crítica o una aproximación publicitaria a esta
práctica ? ¿Cuál es tu posición ante ella? Conscientemente
fueron confrontados con un elemento que será fundamental en su vida de
documentalistas: el punto de vista.
Sinopsis.
Pelusa es el dueño de la gallera El palenque en el casco Urbano de San Vicente del Caguán. Allí, con la ayuda de un joven, cría decenas de gallos de pelea que encuba en casa de su mamá. En el día, el sitio se llena de amigos con los que juega a las cartas y se hacen chanzas mientras entrenan los gallos que pelearán el viernes en la Plaza de Ferias o en los pueblos aledaños. "Del Huevo al palenque" es un viaje al micromundo de los gallos de pelea, en el que un grupo de “varones” a través de un ritual que considera natural, tradicional, va integrando variaciones derivadas de las prácticas guerreras que han dominado por décadas en la región.
Durante el proceso de trabajo, fue interesante ver como los tres integrantes más jóvenes del Taller distribuyeron sus oficios y compromisos. Y como llegaron hasta un avanzado estado del montaje donde tuvimos, los talleristas, que entrar a darles la mano porque se dieron cuenta que se habían metido en camisa de once varas. Todo funcionaba bien como descripción hasta llegar a la pelea. ¿Cómo sintetizar y qué mostrar? La respuesta es palpable en el corte final donde se respeta el hilo narrativo observacional de los trajines cotidianos de una gallera que ellos desarrollaron, pero integra un elemento irónico que sirve como puntuación y abre las perspectivas de lectura del espectador: los comentarios “filosóficos” de Pelusa, el dueño de la gallera. Este curioso personaje que ha pasado toda su vida entre estas particulares aves de corral va contando muy naturalmente, a manera de aforismos, lo que es y piensa de los gallos. Este elemento estructural se convierte en un arma de doble filo donde se revela el machismo y el guerrerismo que acompañan esta tradición. Se le dio importancia también al personaje mamá de Pelusa, y a la relación entre ellos que al ser relacionada con imágenes referentes a gallinas y pollitos, humaniza aun mas la relación entre un ritual donde la belicosidad del animal se considera natural, instintiva, y el humano donde lo social determina el comportamiento. La riña final de gallos solo se muestra a partir de las reacciones de los personajes, no enfoca la cámara la pelea misma –para no dejar al espectador sin el “espectáculo”, se presenta a mitad de película un entrenamiento en el que los gallos portan guantes protectores en las espuelas para evitar heridas y muerte”- , y las imágenes del público son acompañadas de una voz en off donde el personaje cuenta que de manera “chistosa” a veces juegan a la guerrilla, una modalidad autóctona de San Vicente. En este tipo de riña “tan chistosa”, insiste, participan siete, ocho amigos que van echando sus gallos al ring para que se maten entre todos.
Creemos que este proyecto logra
muchas lecturas, profundiza en una práctica que apenas se cuestiona por el
aspecto animalista y se convierte
en una pieza interesante para ayudar a comprender el comportamiento con
respecto a la lúdica en la región después de un largo período donde la guerra
era lo “normal”.
ELDA
De nuevo nos encontramos, cuando fue expuesto el proyecto, con una temática digna de una serie: Los fundadores del barrio de invasión Simón Bolívar. La saga de una comunidad nacida en la época de la zona de distensión. Un mundo de retratos. Una sobredosis de anécdotas que Juan Pablo considera importante tenerlas a la mano para que la juventud del barrio las conozca. Loables propósitos, pero desafortunada propuesta para un cortometraje. Le propusimos que pensara en montar una estrategia de comunicación para ampliar el radio de la acción que hace desde la biblioteca, que pensara en abrir una estación de radio comunitaria, y que también hiciera largos testimoniales con los personajes, pero en lo referente al taller teníamos que sintetizar. Contamos apenas con una docena de minutos para narrar una historia. Trabajamos entonces durante la exposición, el rodaje y el montaje un aspecto fundamental para el documental: LA SÍNTESIS. Del plural pasamos al singular, y Juan Pablo tuvo que escoger un personaje. Y vaya personaje el seleccionado para el corto: Doña Elda. Presentada por Juan Pablo y Estefany, es el retrato de una señora que fue fundadora del barrio de invasión Simón Bolívar.
Sinopsis.
Madre de 17 hijos, de los cuales solo hay 11 vivos, y que carga con la pena del reciente asesinato de un hijo por parte de las disidencias de las Farc. No le han entregado los restos, solo las botas. Esta mujer de ochenta y pico pero con una energía juvenil y un carisma radiante, dedica su tiempo a servirle a la comunidad. Diariamente recorre el barrio buscando limosnas para armarle mercadito a los viejos enfermos. Es también una católica practicante que ruega por la salud de los viejos del Caquetá.
Madre de 17 hijos, de los cuales solo hay 11 vivos, y que carga con la pena del reciente asesinato de un hijo por parte de las disidencias de las Farc. No le han entregado los restos, solo las botas. Esta mujer de ochenta y pico pero con una energía juvenil y un carisma radiante, dedica su tiempo a servirle a la comunidad. Diariamente recorre el barrio buscando limosnas para armarle mercadito a los viejos enfermos. Es también una católica practicante que ruega por la salud de los viejos del Caquetá.
JUEGOS EL MEXICANO.
Proyecto trabajado por Willi, Fabián
y Eduard. Fue curioso ver en la presentación de todos los proyectos que la
estructura propuesta para su realización estuviera relacionada con el ejercicio
anterior: una jornada de luz. Eso quiere decir que incorporaron a su cerebro la
importancia de las horas en las actividades. Pero no puede convertirse en un
esquema dominante del taller de la memoria. Sin violentarlos, pero tratando de desencasillarlos,
quisimos darle otras vías al uso de la luz, y sobre todo al uso del sonido. Que
el sonido sea elemento narrativo, dramático, del relato. Para ilustrar esta
rutina-dependencia veamos el proyecto del corto de Wily.
Sinopsis.
Un salón de billares y y juegos de azar como el dominó y las cartas, donde decenas de hombres van diariamente a pasar el tiempo y apostar, es presentado por el encargado del lugar, un hombre mayor, solitario, a quien la vida de apostador lo llevó a perder cuanto tenía y refugiarse como empleado en el salón.
Este espacio que desde su apertura a las 10 de la mañana se inunda de jugadores es el tema de un corto en el que se muestra otra de las facetas de los varones en esta región donde durante por tanto tiempo han sido los que imponen la regla de vida social. Otro espacio de actitudes machistas. Curiosamente una mujer solo una, la dueña del sitio, quien abrió el lugar cuando un antiguo recluso, al salir de la cárcel, le propone que convierta la casa en sitio de juego al fallecer su marido, aparece en la película vestida de rosado, con uñas rosadas, apostando con un dominó rosado. Reminiscencia de alguna doña, de las que han facilitado divertimento a estos, en apariencia, tahúres empedernidos, o simplemente varones desocupados que matan el tiempo. En la película se hace mención corta al papel que jugaron los salones de billares durante la “zona de distensión”: que fue época de mucho florecimiento en el negocio porque había mucha plata, en referencia a la cantidad de dinero proveniente del cultivo de la coca.
Esta película y la de la gallera, relatada anteriormente, pueden emparentarse. La lectura del primer corte de Willi, quien
realmente ha hecho un progreso impresionante desde su primer trabajo, nos dejó en el primer corte a los talleristas la misma duda con respecto a lo que él quería decir con
esa película. ¿Es una publicidad del sitio? ¿Qué peso tiene este trabajo en la
memoria colectiva? Por tratarse de un ejercicio que enfatiza el rol del sonido,
su valor está simplemente en escuchar el golpe de las bolas o las modulaciones del murmullo incesante que ? Fue interesante
ver la respuesta con la que este cinético buscó en su material, capturado con
la ayuda en cámara y sonido de Bernard y Eduard, para profundizar a través de los primeros planos en las
actitudes de la competición, y en los testimonios donde la dependencia del
juego, ese fracaso individual que acompaña generalmente estos mundos queda en
evidencia y convierte el corto en un espacio de descubrimiento y
reflexión.
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