Hace ya siete años que el gallinazo transparente se paró en la baranda de mi cama, pero se amañó tanto mamando gotas del suero que me inyectaban que se ha convertido en un loro pendenciero que insulta a cuanto heraldo se aproxima a insinuar mi despedida.
Hace ya siete años que el gallinazo transparente se paró en la baranda de mi cama, pero se ha acostumbrado tanto a la sal de mi sudor que se ha convertido en un ganso que navega en mis lagunas.
Hace ya siete años que el gallinazo transparente se paró en la baranda de mi cama, pero ha tenido tanto tiempo para mirarse en el espejo que se ha transformado en un pavo real que en mis sueños alardea con sus plumas.
Hace ya siete años que el gallinazo transparente se paró en la baranda de mi cama, pero ha sido tan paciente con mis convulsiones que se ha convertido en un gallo de pelea dispuesto a batirse a duelo con los ángeles exterminadores.
Diego García Moreno
Bogotá, febrero 20 de 2018
Inspirado en una frase que me envió por Internet desde Miami mi amiga Anacaona (Ana de Villa, o Ana Ellis) cuando se enteró de mi infarto:
“Me enteré que un gallinazo se paró en la baranda de tu cama…”