cruzábamos los umbrales de los cementerios
y mirábamos los panteones a los ojos
acariciábamos la cal y espantábamos las moscas
que tantos temores despertaban en mi madre
cantábamos melodías esculpidas en el lamento
y pronunciábamos palabras que las ánimas escuchaban sorprendidas
¿De dónde vienen estos humanos precavidos
Hace un año dábamos un paso
y caíamos en noviembre
y caíamos en noviembre
Caminábamos esquivando tumbas y oráculos
esparciendo espigas que creíamos vivas
repitiendo No hay derecho No hay derecho
No hay derecho
a no tener un Nombre inscrito en la piedra
para que el sol en su paciencia ingiera
borre absorba diluya
No hay derecho
de inmediato o en la mañana siguiente
sin fecha y sin nombre
mi cuerpo haya sido desmembrado
y con mi cabeza se hayan divertido
y la hubiesen maltratado con muchos gritos de júbilo
mucho sudor
muchas piernas
no hay derecho
que envuelve el pie maloliente de un justiciero
en el preámbulo de su propia ausencia
Hace un año dábamos un paso y caíamos en noviembre
Halados por hilos de autocompasión
traíamos micrófonos y sillas
muchas historias y un proyector
memorias de la selva y cantos de otros tiempos
nos acompañaban poetas y bomberos
pieles de muchos colores y saberes
En noviembre de hace un año vimos florecer
traíamos micrófonos y sillas
muchas historias y un proyector
memorias de la selva y cantos de otros tiempos
nos acompañaban poetas y bomberos
pieles de muchos colores y saberes
En noviembre de hace un año vimos florecer
las íntimas auras boreales
y de cada fosa en cada columbario
sentimos la emanación de un suspiro y un destello
un reposo para el duelo
¿por qué, cuándo, adónde?
Hace un año dimos un paso y caímos en noviembre.
Diego García Moreno
Diego García Moreno
Bogotá, noviembre 2013
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