In memoriam de mi amigo Julián Estrada
Fotograma del video LA AREPA (1992)- Dirección Diego García Moreno
Voy a comerme una arepa querido Julián Estrada
Encenderé el fogón de los recuerdos
La pondré sobre la parrilla
Y cuando esté bien bronceadita le echaré encima un trozo de nostalgia
Una tajada de carcajadas fresca
Me la comeré despacio degustando las crónicas y chismes que su masa inspire
Entre cada mordisco colocaré sobre el mantel el estribillo
Que como buen rumiante repetías
“Aparte de aquello
Lo mejor de la vida es conversar con los amigos comiendo y tomando trago”
Y te mandaré un último abrazo
Quizás el primero para celebrar tu amistad y consolar tu ausencia
Pero como el romanticismo es pegajoso
Te atacaré con un reto una pulla un hijueputazo un secreto
Te pediré un consejo una receta un silencio un guaro amargo
Mejor un whisky un platito de maní y un tarrito de aceitunas
Escucharé tu voz encabritada convenciéndome
De la belleza de la plaza de mercado de cualquier parte
De la exquisitez de las empanadas de no sé dónde
De la incomparable finura de los bollos de fulanita
Del indescriptible sabor de las sopas de aquella esquina
De la dulzura angelical de la parva que navega en un canasto
Sobre la cabeza imperturbable de esa vieja mujer
De la ternura inquietante del pernil
De la suavidad dudosa del hígado o el pescuezo
De la rotunda claridad de la costilla
De una salsa a la pimienta o tártara o bearnesa o bechamel
Del pícaro demonio del jengibre y del ají y de
La lucidez del riñón y de los sesos y por supuesto del lomito
La benevolencia del cilantro y por supuesto el perejil
La coherencia rebelde del sancocho
Lla placidez colonial de un ajiaco
La insensatez de una bandeja paisa.
Y el pragmatismo fundamental de un recalentao
La ambigüedad aromática del vino
Ah y esas brevas en almíbar esa leche cortada
el bocadillo el dulce de tomate de árbol
Y por supuesto el helado de chocolate o de vainilla o un merengue
Te excitarás con el sabor embriagante de una amiga o de aquella novia
O de esa aventura ardiente que se convirtió en sustancia
Con la complicidad de un horno una nevera una licuadora
Un reloj de arena y un pocillo
De la mujer que por convicción ha seguido tu voz
Detrás del mostrador de los atardeceres de El Retiro
Enfatizarás la agudeza sutil de las tortas de mi madre o de la suya o de tu tía
La estupidez del amante público y político y aun peor del gobernante
La profundidad de la luz del amanecer frente a un bar de mala muerte
De perfil al mar o de espaldas a la montaña que te espiaba en las mañanas
Lamentarás el estornudo entre la humareda de las brasas
Que calientan mi última arepa contigo
Entre tanta gente que conocías tantas tiendas tantas plazas tantas cacerolas
tantas máquinas de moler tantos charoles tantas pailas
Y olletas y cuchillos y morteros
Tanto comino tanta sal tanto tomate tanto caldito de gallina
Tanto condimento y tanto impedimento que querías borrar
Con el aroma de un pescado frito con patacón y arroz con coco
Bajo la brisa que sacude el oleaje de siempre
El revolcón la incesante incertidumbre del destino
Morderé con placer la arepa para no tener derecho a decir que estoy solo o aburrido
Aceptaré este gesto como el rótulo indeleble de una dulce adicción heredada en la cuna
Será la celebración póstuma a tu nueva presencia de gastrónomo invisible
Una manera de mantener viva tu sazón hasta el día no lejano
En el que acataré el llamado de la parca y partiré
A incorporarme a la comparsa de domadores de blandas masas de maíz eterno
A reencontrarte en la cocina atemporal donde ahora despachas
Titilantes arepas amarillas o blancas o de mote o de pelao
Con forma de tela o de bolita hacia la el telón oscuro de la noche eterna
donde calman con su luz el hambre cósmico de las galaxias
Miro mis manos y constato el vacío
¡Mierda! ¡Se acabó la arepa!
Ay cuidado
¡Se te regó el chocolate!
Diego García Moreno- Bogotá, agosto 8 de 2022.
Foto El país
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