POLITICA Y SENTIMIENTO en mis documentales.
Hay quienes proponen borrar a Colombia de la faz de la tierra. Cómo sería de aburrido este mundo sin ese país donde las fuerzas telúricas de su territorio, la bondad y el maniacodepresivismo de sus gentes, la hipocresía de sus leyes, instituciones y politicos, mas el justificado miedo con que siempre nos despide la mamá cuando salimos a la calle nos colocan en un estado de constante erisipela artística o salpullidos creativos. Qué sería de este mundo sin esas ganas de irse uno para allá a tomarse unos superjugos y a deshacerse sudando en un buen baile.
Esa palabra Colonbia que hace referencia a un descubridor o a una tripa que desemboca en un orificio del cuerpo, que denomina a un territorio y a una sociedad medio podrida, me ha hecho flotar tanto que me dio como un antojo de descifrarla, de comprenderla, pero al ver que era imposible, opté por cambiar de táctica. En vez de fumigarla, a mí se me ocurrió casi sin darme cuenta que lo mejor era re-inventarla. ¿Cómo re-inventarla? Generando una forma a partir de lo que me ha correspondido recibir: datos, regaños, informaciones, amores, temores y puterías… Re diseñarla con el menjurje, con el sancocho.que se ha sazonado en mi cabeza y en mi sentimiento.
(Señalo con el dedo los órganos correspondientes)
Me propusieron que hablara sobre documental político. ¡Qué tal¡Vaya propuesta. Señores tiene la santa madre iglesia. ¿Así catalogan mi trabajo? Tocó recurrir a mi ambigüedad de principios y proponer una cosa distinta.
-Hablemos de la política del sentimiento.- Suena más sensato.
Porque creo que esas cosas son los elementos que componen la película que me dio el derecho a estar aquí sentado: El corazón. Aunque me preguntó ¿cuántos en esta sala habrán visto esa película?
- ¿Y uno cómo hace para ver eso? Dirá cualquiera.
- -A la salida les doy el teléfono, me llaman y yo se las vendo.
Sentí- miento.
Política, sentimiento.
Siempre me preguntan. ¿Y cómo se le ocurrió, y por qué la hizo?
A mí la única película que se me ocurrió fue “La arepa”. Ese fue un acto consciente, un acto político, acto de declaración de principios sentimentales. De ahí en adelante todo hasido un efecto dominó. De ahí para adelante todo ha sido cuestión de elaborar el menú que debe acompañarla. ¿… una carne sin arepa a qué sabe? ¿…un huevo sin arepa a qué sabe? Pregunta compungido don Esmeraldo, el personaje que abre ese documental.
Para mí, culinaria y cine es lo mismo. Como la política y el sentimiento. Es un alimento que podemos compartir. Y a la larga, la obra cinematográfica es la preparación del menú de la fiesta trágicomica que es tu vida, la suya, la mía, la nuestra. Hay quienes consultan muchos libros para preparar sus recetas. Yo me fui a tientas a eso que llamaban las raíces, como acostumbran decir actualmente. Me dejé llevar por el aroma chamuscado de un alimento que me fascina. Y de allí a lo que la asociación inconsciente de ese olor me iba propiciando.Me fui a lo que me gustaba y, claro, llegué a lo que me dolía. Me fui al territorio de donde venía y donde se confundían mis recuerdos y mis sueños.
Hice La arepa porque me gustaba y me dolía. Hice La Arepa porque me acepté como paisa y acepté la incertudumbre de ser paisa. Esa que uno siente cuando se siente encerrado y a veces decide escapar. Y me scapé. Chao. “Pero ese muchacho vuelve…” decía mi mamá. Entonces volví. Volví a contar sustantivos en un país de aplastantes titulares, a ocuparme de lo aparentemente estúpido, lo sencillo. A descifrar lo que otros te han contado,lo que desesperadamente no te han podido contar , y uno intuye que a lo mejor uno es también aquel que te lo está contando y toca escuchar… Paré la oreja a aquellos que me hablan de moda, sexo, fútbol, amor, chicharrón, mapalé y violencia. De globalización y exterminio. De seguridad democrática, rock al paredón, empanadas pa la iglesia, justicia al paredón, mangas-sizas, medias con vena y pare señor, pare mi don.
Allí empezó el cuento que me llevó con todo el corazón hasta el extremo de esta visión.
Hace un par de años hicimos una retrospectiva que se llamaba “De la arepa al corazón”; ahí está todo: política de la ambigûedad, política donde cuerpo individual y país se confunden, política donde uno muestra sus heridas y se muere del susto de morirse en un país donde uno se muere por todos los motivos.
-De lo único que uno no se salva es de la muerte- me decía mi tía Fidelia repitiendo el dicho que todo el mundo le decía.
Fassbinder mascullaba “¿…qué hacer mientras me muero? Cine, pues.. Me aburro menos mientras tanto…”. No aburrirse es ponerle sentimiento al cuento. O que el cuento no te deje pensar en eso. Sentir que algunas fibras reaccionan. A mí me gusta contar cosas que le pasan a gente que conozco o que voy conociendo o que no conozco.”imaginate qué…” Sería chévere inventarlas, claro que son como otras. Por qué no. ..Pero en mi caso, las fibras sentimentales de quienes gozan y sufren con su propio cuerpo la vida y la muerte son absolutamente necesarias. Pero ¿cuál sentimiento?, cuál melodrama, si el melodrama estereotipado de la tele y del cine me fatiga. Me mama.
El hecho es que uno tan latino dizque no puede vivir sin melodrama. Y el melodrama se impuso como la duda entre si la colombia re-inventada realmente lo era, si esas temáticas interesaban a las gentes. ¿Será que les interesa la arepa? La arepa seguro que sí, aunque sea en cine, perdón, en video, pues claro,el cine es muy caro…¿y el ataúd? Pues aunque lo nieguen les requeteinteresa… ¿y el corazón? Sonaron campanitas.Voy a contarles la película a los que no la han visto:
Sonó una bomba y pum. Se le incrustó a un man en el corazón.¿dónde? En el país del sagrado corazón. Y le sacaron la esquirla al man y el corazón siguió pum-pum,pum-pum-.
Por el resto de la historia toca pagar. A la salida hablamos por que tengo el DVD con subtítulos en inglés y en francés. Esos aditamentos los pagó la venta durante el lanzamiento por todo el país corazón. Perdón por la propaganda.
Si, es una película derivada del conflicto reciente. Entonces es política. Y claro, es una película derivada del otro conflicto, del de siempre, de esa duda que te provoca el sólo pensar que ese objeto que hace pum-pum- pum s e puede apagar. Es una película sentimental, que trata sobre la cuna de los sentimientos. País cuerpo, persona cuerpo. Familia cuerpo. Política y sentimiento entremezclados, ¿qué hacer con eso?
El hecho es que uno hace películas para que la gente las vea. Y yo tenía ganas de mostrarle el corazón a la gente y sentía, o se me metió en la cabeza, que la gente que no tiene cines al lado de su casa, barrio, ciudad, departamento, tendría que ver ese derivado de La arepa: El corazón. ¿Eso es como un antojo político. ¿no? Y se me metió que había que inventar un acto público para que el sentimiento se pronuncie sobre las dudas políticas que nos deja la película.
Había que meterle sentimiento y política a la distribución Si yo quiero que haya foro al final de la proyección ¿cómo hago para poder presentarla públicamente? Si me parece que es importante hacerle una toma del ritmo cardíaco al espectador que va a ver El corazón y me parece que los espectadores deberían cantar juntos los temas que conocen sobre el tema, cómo lograrlo? Y si uno quiere que la gente hable de la peli, pues que hablen de frente, ahí mismo. ¿Será que el tema es capaz de ponerlos a hablar?¿ Será que somos capaces de lograr que el auditorio no piense en cómo se le ocurrió al director? ¿Y que más bien se enternezcan o se estremezcan con lo qu estamos viviendo?
¿Por qué uno no tine derecho como realizador a proponer cuál es la forma ideal para ver su película? En Colombia horizontal proponía buscar cama y buena compañía para verla; aquí, la gama de propuestas paralelas al hecho cinematográfico eran muchas. Y es que a decir verdad el cine solo como que no me interesa. Me parece que el ritual espectáculo es lo importante y que el cine es un elemento mas de ese hecho mayor donde comulgan culturalmente los espectadores.
Política es la distribución. Política es la generación de sentido. Es pensar que el cine no es simplemente un hecho pasivo. Me gusta el cine que te hace reflexionar. Desafortunadamente no hay muchos espacios habilitados para eso. A lo mejor no hay mucho público, pero yo creo que hay que experimentar maneras para invitarlo a a ver ese tipo de cine, inventar anzuelos atractivos para atraparlos y dejarlos caer en su seducción.
En todo caso, esa experiencia de concebir, realizar, producir y distribuir una pelìcula con características fuera de la norma comercial fue una aventura política sentimental que me llenò el vacío aquel del que hablaba Fassbinder, que me impidió asociarme con la propuesta de borrar este territorio tropical de la faz de la tierra, que me ahorró el pánico de tener que llamar a la secretaria de don Munir para preguntarle que cuantas entradas tuvo El corazón en sus salas?
Hasta el momento no he mencionado la palabra que define al tipo de cine que hago. Y creo que terminaré esta disertación sin mencionarla. De todas formas, debo confesar algo: cuando me levanto todos los días prendo la radio, leo prensa, miro desde mi balcón y me siento tentado a unirme a aquellos que proponen borrar a colombia de la faz de la tierra, pero al poner en ON el computador y encontrarme con la gente que aparece en la pantalla de mi final-cut, siento que no vale la pena, que hay todavía mucho por contar. Gracias por su paciencia.
Diego García Moreno
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