Se recortan las agendas
se alargan las indescifrables esperas
se programan magistrales sesiones de paciencia
se disponen sobre la mesa las pócimas imprecisas
que definen la coagulación mantienen la presión y regulan el ritmo.
Me he inyectado en la barriga una dosis de esperanza
y el hilillo de sangre al extraer la aguja no cesa
La inocente hemofilia que espanta la conformación del trombo
el tapón, el infarto, el eco del gran susto mancha el hilván de la cintura
me deja boquiabierto desconcertado
hace que mis manos se esfuercen en borrar
con un trocito de algodón culpable
el sendero hacía el abismo
que como una estalactita
recrea el horizonte y
proyecta el asombro impreciso
viernes, 22 de abril de 2011
viernes, 8 de abril de 2011
Rutas documentales, rutas de vida.
De MEDELLÍN a BOGOTÁ a CALI a BUENOS AIRES a BARRANQUILLA Y SANTAMARTA a ATLANTIDA a BIARRITZ a CARTAGENA a THESSALONNIKI a NYON a BUENOS AIRES... a ?¿Cómo prever el camino de una película? Jamás imaginé trazar en el mapa esta extraña ruta. La vida de una obra, en este caso una película documental, es absolutamente independiente de la voluntad de quienes la fabrican. Un día recibí una carta de Biarritz diciéndome que BEATRIZ GONZÁLEZ ¿POR QUÉ LLORA SI YA REÍ? había sido seleccionada para participar en FIPA. ¿Cómo? Yo no he enviado la copia a pre-selección... Que a madame Teresa Cavani, la directora artística le encantó esa peli, que la vio en la preselección de Abu Dhabi, donde había sido presentada por Denis DeLaRoca el programador latinoamericano que la descubrió en el BAM (Mercado Audiovisual de Bogotá) Ah... pues sensacional. Y, sin pensarlo un segundo, dije que sí, acepto, inclúyanla en el programa. Y fue seleccionada en la competencia de la categoría Documental de Creación. Entendí que la exclusión del festival de los Emiratos, pero la inclusión en este encuentro europeo de programas audiovisuales le marcaba un nuevo derrotero. Quizás le cerraba puertas para otros festivales en Francia, pero ¿cuál es el mejor? Hay una larga lista que va por todas las ciudades de ese país y del mundo a las que uno envía porque tienen reputación, son afines al género o, en muchos casos a la lengua o región del mundo de donde provienen. En el mundillo cinematográfico se dice que uno debe intentar pasar en Cannes, Venezia o Berlín y después...? Si te seleccionan allí eres alguien, haces parte de las ligas mayores, después que venga lo que sea. Yo me había ilusionado el año pasado con Venezia. En el festival de Cartagena encontré a Luciano Barisone, director del festival dei Popoli en Florencia, le entregué el último corte sin mezcla ni corrección de color y a los pocos días me envió una carta maravillosa hablándome de la peli, de su importancia histórica y artística, y preguntándome si podía enviarle la copia al director de la Mostra porque consideraba que era una película digna para ese tipo de evento. Y esa felicidad que comienza a metérsele a uno en el alma, carajo. Retardé la salida de la peli hasta que un día recibí u correo de Venezia y otro de Florencia diciéndome que niente, que muchas gracias, que han recibido este año no sé cuántas mil películas y que no había caso... joder. Pero al mismo tiempo me entero que la selección de la Muestra Internacional de Bogotá la ha seleccionado para la sesión inaugural y me pongo feliz pues me viene al recuerdo que mi motivación mayor al realizar esta película era, como lo he venido diciendo desde hace años: jugar de local: hablar bien cerca, a los amigos, a la familia, a los que viven en este territorio azotado por los problemas o las dichas que me obsesionan. Tratar de filmar y narrar "bien", claramente, sin esconder, tratar de profundizar, de tomarme todo el tiempo necesario, de tocar temáticas que nos desbordan desde otros puntos de vista, para ver si es posible aclarar, recordar, provocar la reflexión, el entretenimiento conmovedor, la re-conquista de la fragilidad del cuerpo ante el bomberdeo de secuencias, imágenes, de relatos audio-visuales, que pareciera nos hubieran llevado a una insensibilidad lamentable. En fin. Y, si esta conversación íntima es escuchada por un oído externo, entrometido, que considera importante su contenido, pues que lo lleve, que le abra nuevos horizontes. Que internacionalice su visión. Curioso. Han pasado varios meses después de la primera presentación de "Beatriz..." y me encuentro con una sucesión de palabras que hacen parte de un mapa inimaginado. Que me comprueban que este ser camina o vuela o serpentea o nada. Que se mueve, que está vivo. He sido testigo en las presentaciones donde he estado presente que la pdelícula conmueve. A veces me dicen, su película está en competencia... ¿Competencia? ¿De qué? ¿Contra qué o quién? En el fondo una voz me dice: ¿Cómo va a estar compitiendo esta película si lo único que propone es una reflexión sobre el papel del arte en el destino de la humanidad, el compromiso del artista como relator del destino trágico de la humanidad…? Si lo único que cuenta es la obsesión de una señora artista colombiana que se volvió víctima de la historia de su país y decidió colaborar simbólicamente a darle justa sepultura a los innumerables muertos de su patria... Extraño oficio de concursante y competidor en el que caemos o en el que el oficio nos confina. Todo es cuestión de imagen. Imagen para las imágenes que hacemos, imagen para la imagen que queremos darnos a nosotros como artistas, como pensadores, como relatores.
Imagino a veces que realmente soy independiente y no caigo en eso. Pero empieza esa duda ¿será que más allá de los festivales, donde si a uno le va bien, llegan 500 personas a ver la película, podremos llevarle al "público en general" nuestro trabajo? Será que sin el peso mediático que teóricamente agregan a la película los festivales sobrevivirá en el tiempo? ¿Será que lograremos rentabilizar esta inversión económica, energética, creativa, que hemos depositado en la película? Vaya a saberse. Recuerdo que mi plan local de distribución ha sido diseñado para que se presente en cementerios, en espacios funerarios, en fosas comunes y camposantos…
Había comenzado a escribir este texto unos días antes del infarto. Curiosamente estuve al borde de volver a los cementerios pero como cuerpo o cenizas. Hoy recibí la noticia de que Documenta Madrid no está interesada en mi película, recuerdo que mañana debía salir rumbo a Buenos Aires para acompañar mi película en el Bafici. La temática de la obra curada, o aceptada, o seleccionada, o bendecida por los peritos vuelve a ser relevante. La obsesión por llegar a un público ante quien la película sea útil desde el punto de vista de lo que el artista considera útil vuelve a ser preponderante. Ahora las órdenes médicas me piden, exigen, imponen, calma. Debo replantear la dosificación de la energía. Más que lanzarme con una lanza loca contra las aspas de los molinos de la industria me tocará convencer a ilusos divertidos y eficaces de que estos rituales cargados de reflexiones locales son importantes, necesarios, más allá del esplendor mediático de los eventos cinematográficos. Que la cinematografía documental en la que me he embarcado no es más que un detonador de pensamiento vestido con secuendias de dolor y risa, un trazo más de otro proyecto mayor de acción ética, de comportamiento ante los misterios de la existencia y un antídoto contra esta barbarie humana, bien encorbatada y engallada de bijouterie barata , que tanto dolor y miseria ha esparcido a lo largo y ancho del planeta redondo.
Los paseos de la muerte
Los
paseos de la muerte son unas romerías que en muchas oportunidades deben seguir
los usuarios rasos del sistema de salud colombiano. Consisten en unos desplazamientos
entre quejidos y blasfemias a través de unidades de urgencia de hospitales que
dependen de las entidades prestadoras de servicio, las cuales colocan unos
anillos de seguridad, o filtros, para impedir que se les cuele alguien que
según unos evaluadores, de dudosa procedencia o malintencionada instrucción,
tenga una afección que no sea "de vida o muerte", y que requiera de
la utilización de tecnología costosa. Ese fue más o menos mi caso. Fueron
desafortunadas cuarenta horas de dolor, desconcierto e indignación que
terminaron con un infarto grave que me ha tenido ya 12 días en el hospital.
Como
la Parca a veces se despista, al parecer se enrumbó en la esquina y se le
olvidó recoger el bulto que tenía haciendo cola en la próxima parada de su
carroza mortuoria, dejando a su contenido padecer conectado a un servicio de
cuidados intensivos, ligado a los líquidos vitales por mil tubitos y sedado por
gruesas dosis de morfina. No era el momento, todavía.
La
sabiduría del corazón se enriqueció con dolorosas vivencias de otros pacientes
multifacéticos que derramaban sus quejidos en la larga galería de camillas.
Ojalá que esta infusión de realismo abrupto ayude a apaciguar muchos afanes que
tanta pelotera humana, tanto insólito cataclismo terráqueo, tanta porquería
social, tanta partícula mugrosa en el aire, nos traen a diario a las ventanas
múltiples del cuerpo, el apartamento, la vida.
Mientras, preparo un temita por los lados de la Sierra de Santa
Marta a ver si los hermanitos mayores, tan maltratados ellos, nos dan algunas
pistas elementales.
Les va un abrazote desde esta salita del hospital San Ignacio
desde la que logro, por fortuna, acariciar un boceto de los cerros orientales
bogotanos.
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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.