1. El OMBLIGO DEL CORPUS CRISTI.
¡Ese ombligo! Semi-oculto tras una puerta a dos casas de la iglesia, camuflado entre el gentío que rechiflaba a la pareja borracha que bailaba sobre la calle empedrada o simplemente miraba hacia la tarima donde una mujer de voz ronca y léxico barato compartía escenario con un Jesucristo de poncho y billetes pegados a su pecho e inflaba el calor del remate del Corpus Cristi ¿Quién le mete a este bulto de aguacates? El señor da diez mil... ¿Quién da más? ¡No sean tan hijueputamente tacaños, colaboren para las obras de la parroquia!...
¡Ese ombligo! Semi-oculto tras una puerta a dos casas de la iglesia, camuflado entre el gentío que rechiflaba a la pareja borracha que bailaba sobre la calle empedrada o simplemente miraba hacia la tarima donde una mujer de voz ronca y léxico barato compartía escenario con un Jesucristo de poncho y billetes pegados a su pecho e inflaba el calor del remate del Corpus Cristi ¿Quién le mete a este bulto de aguacates? El señor da diez mil... ¿Quién da más? ¡No sean tan hijueputamente tacaños, colaboren para las obras de la parroquia!...
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Ese ombligo
sincero, imperioso, 
terso, sutil,  
absorvente,  
me obligó a admirarlo
 
desde este
kiosco atronado 
por el ruido
de la loca  
que oficiaba
el desconcierto 
de un pueblo
que cada año  
se reúne a
celebrar  
los
productos benditos 
de la
tierra. 
Por favor no
lo rematen,  
no lo
vendan,  
no lo
ofrezcan a ningún postor, déjenlo ahí, a distancia,  
para que mis
ojos derramen lágrimas de fascinación y mi imaginación pronuncie  
todas sus
ambiciones. 
Túnel sin
destino, copa de cualquier manjar, envoltorio de nariz para ensalzar asfixias.  
Huella de la
vida extensa.  Ausencia del cordón 
que te regaló el color de la piel, 
el olor, el sabor, el dolor 
y la
geometría de una forma 
que te adorna y te obliga.  | 
Diego García Moreno @ Damasco, Antioquia. Junio 20 de 2013
 


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