Todas las mañanas al levantarme sonreía y le decía a Alirio "No, ¡qué belleza de sueños los que tuve anoche". Mis sueños en los cambuches del camino Andaquí, tras las extenuantes caminadas por la selva, entre la lluvia y el pantano, tras los escarpados y resbaladizos ascensos y descensos, fueron de ensueño. En el día, muchas veces sentí que era incapaz de soportar el peso del morral, que no podría levantar una vez más la rodilla para dar un nuevo paso en esa loma interminable, que ese corazón frágil que ya se había infartado una vez ya no era capaz de absorber el oxígeno que agitadamente inhalaban mis pulmones y que volvería a fallar en cualquier momento, pero era imposible detener la marcha; me inventé un estribillo que repetía sin cesar: "este es el primer paso, este fue el primer paso, este será el primer paso" y recomenzaba "este es el primer paso...", trataba de borrar el tiempo y mantener el cuerpo en un estado de presente permanente, era como una especie de estimulante que pretendía engañar al desgaste de fuerzas que consumía las últimas calorías que me dio el trozo de panela o la cucharada de leche condensada que Erasmo nos repartíó una hora antes; era un esfuerzo continuo por controlar la fatiga pues sabía que no había donde reposar, que no era posible hacer marcha atrás, que no era ni siquiera imaginable convertirse en un lastre para que los baquianos ágiles y fuertes alzaran con mis ochenta kilos con destino a una tumba o un hospital. Cuántas veces me sentí desfallecer y rodar por un despeñadero sin fondo porque no lograba mantener estable el talón de mis botas pantaneras, las "venus "ecuatorianas que ilustran los noticieros cuando muestran el infortunio de los secuestrados retenidos por guerrilleros o paracos, pero vaya a saberse qué ángel se encargó de protegerme para que pudiera llegar al campamento en la noche y, bajo la carpa de plástico negro que levantaban en cinco minutos don Ismael, el Zorro, y el Gumarra, comenzara una fiesta de visiones donde todos los buenos amigos y los espacios hermosos que he visto en la vida se entremezclaran conformando una ciudad ideal donde pasaría mis próximos años. Extraño y deslumbrante premio. Defensa de la vida y de las células que entremezclan la fascinación de un paisaje apenas tocado por la presencia humana, ese manto verde lleno de fantasías botánicas que el ojo ciudadano apenas ve, con las innumerables visiones de arquitecturas, personajes y colores encontrados a lo largo de la vida.
domingo, 22 de septiembre de 2013
LOS SUEÑOS DE LA SELVA
Todas las mañanas al levantarme sonreía y le decía a Alirio "No, ¡qué belleza de sueños los que tuve anoche". Mis sueños en los cambuches del camino Andaquí, tras las extenuantes caminadas por la selva, entre la lluvia y el pantano, tras los escarpados y resbaladizos ascensos y descensos, fueron de ensueño. En el día, muchas veces sentí que era incapaz de soportar el peso del morral, que no podría levantar una vez más la rodilla para dar un nuevo paso en esa loma interminable, que ese corazón frágil que ya se había infartado una vez ya no era capaz de absorber el oxígeno que agitadamente inhalaban mis pulmones y que volvería a fallar en cualquier momento, pero era imposible detener la marcha; me inventé un estribillo que repetía sin cesar: "este es el primer paso, este fue el primer paso, este será el primer paso" y recomenzaba "este es el primer paso...", trataba de borrar el tiempo y mantener el cuerpo en un estado de presente permanente, era como una especie de estimulante que pretendía engañar al desgaste de fuerzas que consumía las últimas calorías que me dio el trozo de panela o la cucharada de leche condensada que Erasmo nos repartíó una hora antes; era un esfuerzo continuo por controlar la fatiga pues sabía que no había donde reposar, que no era posible hacer marcha atrás, que no era ni siquiera imaginable convertirse en un lastre para que los baquianos ágiles y fuertes alzaran con mis ochenta kilos con destino a una tumba o un hospital. Cuántas veces me sentí desfallecer y rodar por un despeñadero sin fondo porque no lograba mantener estable el talón de mis botas pantaneras, las "venus "ecuatorianas que ilustran los noticieros cuando muestran el infortunio de los secuestrados retenidos por guerrilleros o paracos, pero vaya a saberse qué ángel se encargó de protegerme para que pudiera llegar al campamento en la noche y, bajo la carpa de plástico negro que levantaban en cinco minutos don Ismael, el Zorro, y el Gumarra, comenzara una fiesta de visiones donde todos los buenos amigos y los espacios hermosos que he visto en la vida se entremezclaran conformando una ciudad ideal donde pasaría mis próximos años. Extraño y deslumbrante premio. Defensa de la vida y de las células que entremezclan la fascinación de un paisaje apenas tocado por la presencia humana, ese manto verde lleno de fantasías botánicas que el ojo ciudadano apenas ve, con las innumerables visiones de arquitecturas, personajes y colores encontrados a lo largo de la vida.
lunes, 16 de septiembre de 2013
VUELO AL SUR
El avión giró hacia el sur, y Bogotá apareció desnuda. Hubiese podido decir "¡qué belleza!¡qué ciudad tan pujante!¡Cómo crece!", pero, por el contrario, sentí pánico. Esta enorme costra me aterroriza. Bendije la existencia de los límites naturales que frenan el paso arrollador de la peste humana que cubre la faz de la tierra con cemento, asfalto, acosos y ladrillos. La sabana ha desaparecido, por fortuna, los cerros orientales están allí, como una muralla, conteniendo, ojalá por mucho tiempo, el paso arrollador de la urbe.
El avión siguió con rumbo sur hacia Florencia, Caquetá, sobrevolando el río Magdalena sobre el Huila .
Abajo están los cultivos. que alimentan los habitantes de la urbe. La tierra domada por el hombre. Me provoca volver a decir, qué belleza, qué empuje, que capacidad de dominar la tierra. Vuelvo a sentir espanto. La naturaleza virgen es historia del pasado.
Aterrizando en Florencia. Voy hacia Belén de los Andaquíes y de allí partirmos en expedición a recorrer el camino Andaquí. De Acevedo hasta Belén. Atravesaremos el parque Andaquí en el límite del Caquetá con el Huila. Un trozo de selva virgen que algunos humanos se han empeñado en proteger. Espero reconciliar este espanto con el arrollador impacto que provoca la naturaleza. Espero traer muchas imágenes y crónicas para continuar con este oficio de bloguero.
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El camino andaquí.
viernes, 6 de septiembre de 2013
MIRADAS QUE MATAN. Alerta en el DF
Diego García Moreno
México DF julio 2013
jueves, 5 de septiembre de 2013
NEIVONADAS- Los espanta-en-sueños
Neiva esta llena de esculturas dramáticas, tormentosas. En
su obsesión por alabar sus mitos y leyendas y la pujanza de sus gentes, sus
administradores de turno han llenado las plazoletas y el malecón con unos
muñecos gigantescos que ordenados en las alacenas del imaginario conforman una brigada de "espanta-en-sueños".
Algunos, ya sean caballos, novillos o jinetes, se desbocan, se desgañitan, se
hernian tratando de demostrar su energía y otros se hacen espantosos tratando
de provocar espanto. Imagino la dicha de los escultores al recibir la
autorización para soltarle la rienda a sus alaridos plásticos. Afortunados ellos que comparten su
sensibilidad con el panteón de sus mecenas.
El de malas es uno que va a tener
que soportar los embates de esas figuras en una o en muchas de las tantas
pesadillas que aún faltan.
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lunes, 2 de septiembre de 2013
EL HOLTER Y LA MARACA
-Señorita, que la doctora Roa me recetó un examen de esos en que le monitorean a uno el corazón durante 24 horas...
-Sí, un holter. ¿De qué empresa de salud?
-Aliansalud...
-Ok. Puede ser el 14 de agosto a las 9 am.
Pues...bueno. Acepté, pero dudé porque ese era el día de mi cumpleaños. Y justo celebrar los 60 repleto de electrodos y cables sin poder tomarme ni un trago ni moverme a mis a anchas me pareció algo incómodo. Volví a llamar a la señorita, le dije que me iba de la ciudad, que si podía cambiarme la fecha. ¿Para el 27? Listo. Cuatro días antes del día previsto para la fiesta que decidimos hacer con Sally para celebrar mi aniversario. Es perfecto.
Tras dictar un taller de cine en Neiva y de regresar como turista por el desierto de la Tatacoa esquivando los bloqueos de las carreteras en mitad del paro agrario, un aparatico registró la información eléctrica de mi bomba vital durante 24 horas. Tiempo suficiente para recordar en continuidad la presencia del corazón, eso que tanto enfatizaba en la voz en off de la película que con el mismo nombre realicé hace ya casi siete años: "Aunque muchas veces olvide que tengo un corazón... su latido siempre me acompaña..."
Aún no me han dado el resultado. Se trata de saber si tengo arritmia. Dos años y medio después de un infarto es bueno averiguarlo, me dijo la doctora. Siento que a pesar de su renguera, pues la puntica se quedó tiesa, mi corazón está funcionando mejor que nunca; sé que me toca tomar no sé cuántas pepas diariamente e ir al gimnasio siquiera cinco veces a la semana, que tengo que ser relativamente juicioso y tratar de no ofuscarme tanto, lo sé, lo sé, pero también sé que este juego de vivir es un problemita musical y que es maravilloso colocarle una maraca como acompañamiento cada que se pueda porque cuando uno cree que lo que hace es escuchar el corazón, él mismo se la pasa atento de tus acciones y está dispuesto a bailar al ritmo de todos los estímulos que le enviamos desde el exterior. Por el momento me conformo con saber que se acompasa con el currulao y los sones, con los boleros, las cumbias y las guacharacas. Esperemos a ver qué nos dice el misterioso holter.
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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.