I
Deberíamos sentarnos.
Dirigir las miradas hacia el mismo horizonte
O hacia el mismo suelo.
Esperar a que tanta agitación de sangre decante su insolencia.
Simplemente sentémonos.
Somos dos silencios para tres sillas.
II
Son asientos de la brisa inútil
y de dioses exhaustos.
Escondite nocturno de sirenas viejas
De hijos de pescadores ahogados
De pitonisas sin presagios
De tu voz atorada
De mi ausencia.
III
Un pájaro negro vuela
del árbol con piel de indio
al improvisado acantilado de corales.
Camina por la arena, picotea el piso
Salta al respaldar y espera:
Espera para cederte el poniente
Grazna anunciando una derrota.
IV
Las estrellas titilan imprudentes
Provocan el enojo de las nubes.
El mar ya no es más que un ruido.
En un rato la oscuridad será un estruendo.
Algún tronco a la deriva
con piel de iceberg y alma de serpiente
Suspira por colisiones secas
Reclama canoas ciegas
y entonces deslizas tus manos de sal
entre las mías.
V
Es un mar
son tres sillas
dos silencios
Diego García Moreno- Bogotá (con murmullos de Isla Fuerte) febrero 25 de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario