sábado, 14 de noviembre de 2015

BATACLÁN

El Bataclán. Un nombre sonoro, estrepitoso, insinuante. ¡Bataclán!...El Bataclán, un salón de baile majestuoso, digno espacio para desplegar el más sofisticado ritual de la seducción humana: la danza. Arca se llamaba la asociación con la que hicimos en el 82 una de las fiestas más enfiestadas, delirantes, enrumbadas,  que recuerde en mi vida. Salsa en el Bataclán. Dos orquestas repletas de clave y trópico, de pitos y goce y  sabor y cuanto artefacto pudiera ayudar la estimular la dicha,  la euforia, el placer de mover el cuerpo, el éxtasis de bailar. ¡Bataclán! El set  sagrado donde Raúl Ruiz, un cineasta chileno que no sabía bailar pero que hacía danzar las imágenes al ritmo de sus pensamientos,  en sus "Trois couronnes du matelot" encomendó  al cuerpo desnudo de  Lisa Lyon , adornado con descomunales pezones,  oficiar las contorsiones del deseo. ¡Bataclán! Batatá- clan-taque- clán! Sonaron anoche, noche de viernes, de viernes trece, los estruendos del dolor y de la ira y la venganza y la ignominia. Bataclán...el nombre se hizo tragedia. Se descompuso la cadencia, se desmoronó el ritmo, cesó la contorsión,  murió la danza. Cayeron los cuerpos y una enorme bruma fría-gris- siniestra cubrió el salón, la pista, el barrio,  Paris, el mundo, mis recuerdos.  

Caracas, 14 de noviembre de 2015

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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.