jueves, 12 de noviembre de 2015

RE-TRATANDO LA REBECA


Salió el sol al atardecer. Así es Bogotá en noviembre.   Agarré la cámara y me lancé a la calle. Esa luz clara y contundente de final de año me recordó que no había vuelto a documentar la construcción del adefesio de la veintiséis con séptima.  Vea pues, ya llenaron de árboles de navidad el Parque de la Independencia. Amarraron los troncos con cintas blancas de lucecitas leds y sembraron unos chamizos de plástico en el pasto. En veinte días no quedará una hojita de grama. La última navidad de Petro. Tutaina, tuturumaina. Cómo crece el edificio Bacatá. Lo acomodé entre las hojitas de los árboles de mentira y click.  Y tras de mí, otro click y un jajajá. Erick Bongue, flaco y fotógrafo agachado me había pillado con su cámara. Ladrón que roba ladrón tiene mil años de perdón. O algo así. Poco saludo y mucho pacto de inmediato. ¡Qué luz! Tan imponente, tan esquiva. Por donde pasábamos se iba apagando. Vení te muestro. Me llevé al caleñolandés hacia el valle de la Rebeca. El hueco de luz que entra a la 26 entre 13 y décima es un paraíso para atardeceristas. Y allí ella, la misma muchacha desnuda y maltratada de siempre, se alimentaba de unos rayitos de luz maravillosos. Blanca, recién restaurada, brillaba su reflejo sobre los cristales de la entrada al túnel para ir al transmilenio. Temblorosa, arisca, su piel de mármol se fragmentaba en la muralla de agua que la protegía de los últimos vándalos… los primeros de siempre.  Click de lejos, click de cerquita, risas de Bongue, exhalaciones mías.  Hasta que ¡Hijueputas, malparidos!  Le quebraron el totumo. Vi que a la Rebeca, mi Rebeca, la que me calma la sed cuando esta ciudad embomba por contaminación y hastío, le habían partido el cucharón de mármol con el que sacaba el líquido preciado. La luz se indignó y se fue. Con la vergüenza entre la cámara seguimos un camino a la deriva, disparando instantáneas a diestra y siniestra, esperando que al  depredador iconoclasta le reventaran los clicks en los oídos.





La historia de este blog con La Rebeca es larga. Recomiendo visitar las siguientes crónicas:
http://diegogarciamoreno.blogspot.com/2013/03/la-rebeca.html
http://diegogarciamoreno.blogspot.com/2015/07/rebotes-de-la-rebeca.html


Diego García Moreno
Bogotá, noviembre 12 de  2015

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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.