Si no alimentas tu blog todos los días,
por lo menos una vez cada semana,
todo el esfuerzo realizado caerá en el olvido.
Estás muerto.
Las redes sociales han inventado nuevas formas de deceso.
Hace seis meses no publico nada en este espacio.
No quiere decir que no haya escrito.
Desde finales de octubre del año pasado me he embarcado en escritos largos,
de esos que nadie quiere leer en un mundo cibernético.
Mi viaje a Lima
a participar en el Encuentro Iberoamericano de Patrimonio Funerario
quedó consignado en forma de diario con el título "Una gota sobre Lima",
Y el viaje con Sally a Méjico en enero se titula "Diario de un diario muerto".
El primero está marcado por una afección de gota
en una ciudad donde nunca llueve,
y el segundo se inicia con el relato de un diario
que el primer día desapareció en las basuras del ciberespacio
debido a un error de manipulación en una tableta electrónica nueva.
Ambos escritos están construidos en paralelo
a una obsesiva actividad fotográfica.
Un día me dije que lo que no registro en foto se borra de mi memoria,
decidí entonces almacenarlas en mi computador y revisarlas cotidianamente,
así el pasado se mantiene vivo y me inspira
acciones, conversaciones, invenciones.
Pero no he publicado nada
y aquellos que visitaban este espacio fueron perdiendo la costumbre, la curiosidad,
la extraña maña de dedicar algunos minutos del día
a leer las noticias que un alguien con obsesión periódica
encaramaba en las modernas tarimas de lo público.
Con la curiosidad de un muerto que se pregunta si la resurrección existe
justifico ante el público ausente mi silencio,
mi muerte.
Seguramente he cambiado de universo.
Me he transmutado siguiendo designios ignorados de muchas religiones.
Pero he guardado la clave de acceso al blog
y desde mi nueva condición de ser que no logra discernir
si está en el nirvana o en el purgatorio
en Jepirra o en el reino de Tulé
en el limbo o en las piscinas del éter
o quizás deambulando como alma en pena por la oficina,
apartamento, o callejuelas bogotanas
acciono de nuevo el mecanismo que constata o dictamina
mi desaparición, renovación u olvido.
Diego García Moreno- junio 2 de 2016
Derechos reservados.
Foto: "La parachúlica", Caracas, mayo 2016.
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Foto: "La parachúlica", Caracas, mayo 2016.
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