viernes, 14 de diciembre de 2018

LA ÚLTIMA ÓRBITA DE ÓSCAR ALZATE




       Documental EL TROMPO Enlace:  https://vimeo.com/68411483

      Toupie en Francés es trompo. Se pronuncia: tupí. Suena casi como esa conjugación del verbo ser en inglés: to be… escrita en español tubí. Palabras homófonas en dos lenguas diferentes  que se prestan para jugar con el verbo Ser e invitan a crear nuevas  figuras sonoras de la  tan trillada como profunda frase de Shakespeare: To be or not  to be. 

    Toupie or not Toupie es el título del documental que realizamos en 1993 para Canal Plus de Francia sobre la fiebre del trompo en Colombia.  Tupí or not tupí, que literalmente en español significa Trompo o no Trompo, pero cuyo significado en inglés no viene al caso mencionar en esta oportunidad. El co-guionista y asistente de realización fue Oscar Alzate. Era nuestra segunda película sobre ese objeto mágico que encierra las leyes del movimiento cósmico, de ese juego esencial que comparten todas las culturas y del cual él llegó a ser el campeón mundial de figuras en uno de esos particulares campeonatos llamados mundiales en Sogamoso en los que participaban muchos colombianos y del resto del mundo venía un representante ecuatoriano: El trompo. Así, al desnudo, El trompo, fue el título de nuestra primera película. Un documental producido por Colcultura en 1992, que hace parte de mi serie Colombia Elemental. Él fue el guía del relato y uno de los jugadores estelares al lado de sus compañeros artistas de la Logia del Trompo Rojo y de varios tromperos terrenales de Boyacá ante quienes se enfrentaron en el campeonato mundial de trompo en la ciudad del sol y del acero.  Era una época aciaga de nuestro país cuando buscábamos metáforas para tratar de encontrar el antídoto para  la violencia que se había apoderado de su territorio. En un párrafo de  “Imágenes de un país desconocido”, un artículo publicado en revista Número (34) hice una referencia a la visión que Oscar, intelectual lúdico, tenía del potencial metafórico del Trompo:
     "…un amigo artista de Palmira había encontrado una propuesta de paz: "... envolver con un hilo este trozo de madera pesado provisto de un clavo y lanzarlo con toda la fuerza del cuerpo, pero no contra alguien, no como un arma cortopunzante, sino hacerlo bailar en el aire, recibirlo en la pita y formar fascinantes figuras con él". Utilizar toda la violencia que la naturaleza y el cuerpo pueden generar para volverla arte, para hacerla danzar en el espacio sobre un hilo. La lúdica como un arma para lograr la paz hacía parte de la propuesta popular y nos ilustraba la capacidad de dicha y creatividad de nuestra gente…”

      Ay hombre. Las vueltas que da la vida. Oscar Alzate murió. Él mismo tomo la decisión de not to be…mas,  y por ende aceptar la condición de Not toupie. Debieron ser muchas las razones para que alguien que visualizaba el orden cósmico en función de la rotación y la traslación optara por detener su movimiento. Cada cual, en su condición de estrella, planeta o satélite, gira con un impulso que a veces creemos eterno. Aunque nuestro ciclo vital en el universo es tan corto, tenemos durante un período la sensación de estabilidad que nos hace creer que nuestras acciones durarán para siempre. Pero ese impulso es limitado por la acción de la gravedad del conjunto, de la aproximación a la fuerza interna de otras galaxias, sistemas o cuerpos celestes que interactúan con la nuestra. Vaya a saberse cuán grande era la presión del universo circundante ejercida sobre la órbita de Oscar para que su masa explotara y en el espacio quedara un aparente vacío, quizás un indescifrable hueco negro. El hecho es que una estrella desapareció del firmamento, pero como lo que vemos los humanos no es la materialidad de la estrella sino su luz enviada a viajar por la galaxia hace millones de años, tendremos la presencia del cuerpo celeste Oscar durante un tiempo indeterminado mas. Lo veremos a través de sus cuadros, de esa obsesión cotidiana por aprehender y materializar con colores la ilusión de naturaleza en el lienzo, y de las figuras que, magistralmente, en su particular silencio,  hizo con su trompo. Su figura activa en el documental se transforma con su partida corporal en un nuevo espacio de vida y aquella metáfora para apaciguar  la violencia  con la acción creativa de un juguete, el más elemental y misterioso, seguirá dando vueltas hasta que su gravedad u otro cataclismo inesperado, insospechado, lo determine.    

      Fassbinder decía que él hacía cine para entretenerse mientras llegaba la muerte. Gracias Alzate por haberme regalado una herramienta mágica que no solo me permitió hacer cine con vos sino comprender en carne propia el sentido del entretenimiento.

       Diego García Moreno
       Bogotá, diciembre 14 de 2018










jueves, 6 de diciembre de 2018

AQUÍ Y ALLÁ


En esta ciudad no hay que ponerle un plato encima al plato de comida. No es como allá donde las hormigas y las moscas aterrizan sobre todo lo que uno coloque encima de la mesa. En cambio aquí uno tiene que ponerse suéter hasta cuando hay sol, a diferencia de allá donde una quisiera pasarse el día desnuda si no fuera porque hay tantos ojos pendientes de cualquier escote o cadera sudorosa que haga oficio o se siente en una mecedora a abanicar la fatiga a falta de viento. Aquí el agua que sale es fría, helada, basta con echarse un puñadito en los ojos para quedar despierta y con un temblor que hay que matarlo a punta de movimiento porque si no una especie de aburrición se te mete hasta los huesos. Allá jamás pensaba uno en un poquito de agua. Vamos pal río, vamos pal pozo, vamos pa la quebrada y era todo el cuerpo el que quería jugar y recochar entre esa agüita fresca pero no dolorosa que te daba una alegría y te hacía gritar como en las canciones: viva la vida.

Aquí y allá, no sé por qué me ha agarrado esa costumbre de estar dele que dele al aquí y al allá. Compare y compare, valore y asegure que esto es mejor que aquello, que allá no tenía prisa y aquí montarse al transmilenio es como estar en una de esas colas que le muestran a uno en las películas de guerra. No falta sino el brazo extendido, cacerola en mano, pidiendo un puñado de arroz o cualquier caldito que mate esta necesidad de comida. Yo he aprendido a esconder el hambre. No sé cómo lo he hecho ni entiendo cómo todavía guardo mis carnes amplias que a veces le sacan a estos hombres de la calle piropos del estilo “ay, que gordita pa comérmela en chicharrón” y no sé cuántas más porquerías. No les hago caso. Parranda de sinvergüenzas. Si supieran que estas carnes no están para nadie. Si supieran que después de seis meses apenas se relajan pero en el fondo guardan unas ganas de venganza que mi Dios, por Dios, no me las revivas. Déjame olvidar, perdóname esta soberbia y perdona ese cobarde que me hizo cuantas perversiones han inventado los hombres con la ayuda de otros dos que me apuntaban con un fusil y me amenazaban con dispararme si no lo permitía.

Aquí no puedo cantar a todo pecho por la calle como lo hacía por allá. Las penas que siempre llevo en el alma son cicatrices. Diomedes, vos en quien tanto creía resultaste también un sinvergüenza. Se me han ido cerrando el canto, el hambre, la alegría. Pero por fortuna he encontrado un trabajo y no tengo que pensar que a Lorenzo se lo llevaron y con él los cinco mil pesos que nos alcanzaban para el arroz y el plátano y un vasito de aguardiente de aceite. Nunca volvió. Ahora lo llaman desaparecido. NN. qué querrá decir eso. Es como nadie, nunca, nada, no, no más. No te atormentes me digo. Ahora me la paso hablando con otra que soy yo misma y me da consejos. Ojalá no se ponga ella a llorar conmigo, porque a veces no aguanto y se me derrama esta quebradita de lágrimas que no para. He aprendido a llorar pasito pero las lágrimas salen y salen. Que no me preocupe que llorar sana, que si no  llora le da cáncer  de ovario o de mama decía la señora Mencha. Pobrecita, ella murió seca, sin lágrima. Quería llorar los hijos y las nueras y los nietos que le mataron los paracos, pero no lo hizo. Sabía como era la vida pero la mataba el orgullo. No lloró y la secó el cáncer. Déjame llorar señor, déjame llorar. Te agradezco tu bondad. No tengo hambre, no tengo hambre, pero si permites que algún transeúnte me compre dos mil pesitos de frunas, yo podré comprarme una gaseosas y calmar este chuzón de barriga que como a las diez de la mañana siempre me ataca. 

Diego García Moreno
Bogotá, septiembre 4 de 2011
Escrito recuperado en  diciembre 6 de 2018.

He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.