domingo, 19 de abril de 2015

EL HUÉRFANO. Una canción de despecho.

Medellín 
sin madre 
parece una canción 
de despecho.

En cada esquina hay un bar
donde un borracho con cara de niño
llora desconsolado.
Su cara bañada en lágrimas
es la mía.
En la barra le hace dúo
una joven prostituta de ocasión
quien diariamente oficia
de madre y de mesera.
El patrón espera, bosteza
y expide murmullos de perro.
Entra un mendigo
se coloca frente al llorón
extiende la mano y espera.
La limosna no llega.
No lo moleste dice la muchacha.
El mendigo le dice hijueputa y se va.

Son las tres de la tarde,
un estruendo de camión y carretilla
se plantan junto a la puerta.
Déjeme 6 cajas de cerveza y dos de soda.
El borracho con mi cara sigue ahí.
Llorando pide una canción.
Vuelve a sonar La cruz de madera.
Por el rincón  y sin afán,
buscan comida un ratón y dos cucarachas barrigonas.
El orinal mantiene su aureola de
berrinche y clorox.
¿Lo conocés? Pregunta el patrón.  
Ni idea, dice la mujer.
El borracho levanta la cara y mira su boceto en el espejo manchado.
Le apunta con el índice y deja rodar un suspiro.
Escupe palabras que disuenan con la canción.
¿Quien soy? ¿Quién es usted? ¿Quién es él?
El espejo repite un tanto atrasado.
Soy un huérfano, soy un solitario, soy un niño abandonado.
Entra un policía vestido de civil.
Esculca en el orinal, en la bodega,
estripa una cucaracha y me mira.
Mira a la mujer, mira al patrón.
¿Y ese quién es?

Suena un coro de madres ausentes.
Es un santo, es un barrendero, es un sicario, es un mensajero, es un enfermo, es un ladrón, es un gerente, es un conductor, es un vago, es un cantante de tango, es un monseñor, es un cajero, es un escritor, es un doctor, es un leguleyo, un ingeniero, un maricón, es un piloto, es un cargador, es un vacío, es un solitario, es un abandonado, es un pobre huevón, es un llorón, es un llorón, es un llorón.

Soy seguramente el más abandonado habitante de esta ciudad.
Murió mi madre y me caí de un bus,
de un metro, de un caballo, de un avión. 
Caí en un abismo,
rodé por un precipicio,
me fui al fondo del socavón.
Me despeñé por un desbarrancadero.
Soy un vivo moribundo.
No, soy nada, no soy nadie sin ella, soy un llorón.
No es más que un huérfano dice el patrón
Pobrecito, agrega la mesera, es un huérfano.

Son las ocho de la noche.
Todos los bares de la ciudad están llenos
en un rincón de todos los bares un borracho llora
sobre la mesa hay incontables botellas de cerveza vacías
la mesera atiende a los clientes
esquiva las manos que quieren tocarle el culo
le acaricia el cabello al borracho
y le dice que se vaya a su casa
en la puerta hay una niña esperándolo
venga para la casa papá.

Diego García Moreno.

Medellín, 24 09 2012.

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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.