El treinta y uno de diciembre de 2013, a las diez y media de
la noche, Sally y yo nos embarcamos en un avión rumbo a Santiago de Chile.
Durante todo el mes de enero de 2014 estuvimos viajando. Escribí un diario y
tomé miles de fotografías. A partir de hoy lo publicaré ilustrado con algunas
de esas imágenes. Santiago, Valparaíso, Isla
Negra, San Pedro de Atacama, el Salar de Uyuni, Potosí, La Paz, Copacabana y la Isla del Sol en el lago
Titicaca, Puno, Cusco, el valle de los Incas, Machu Picchu y Lima, fueron
escalas de este periplo. Los buses, el
mar, los camperos, el desierto, rieles y
trenes,volcanes, aviones, largas
caminatas, nevados, dolores de espalda, restaurantes y plazas de mercado, el
paisaje, la historia, los encuentros, la
fascinación, las piedras del camino y las talladas por los incas, los amigos,
los sueños, los moteles, y otra vez los sueños, los hostales, los bed & breakfast, el deslumbramiento y los recuerdos se ensartan en un relato que
quiero compartir con los lectores de este blog.
Es una invitación a empacar maletas y salir a viajar o simplemente una
forma de ampliar la nave y abrirles
campo con derecho a ventanilla para que nos acompañen en esta deslumbrante
travesía. Saquen la cabeza y reciban el viento, despelúquense y sonrían. En caso de necesidad, bajo el asiento está la bolsa de mareo.
I. En el avión del 31.
Cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero. ¡Feliz año, mi amor!
Chocamos los cristales, suena el baccarat aunque bebamos champaña francesa en
copas acrílicas y nos damos un beso. Que sea el mejor de tu vida, corazón. Las
dos pereiranas del asiento de enseguida levantan las suyas, las chocan contra
las nuestras, nos desean feliz año y les
estampamos un beso en la mejilla. Y empieza la repartidera de abrazos a las
azafatas, a los aeromozos, a los pasajeros de cualquier municipio o nacionalidad
que se encuentren a nuestro lado. Sobre la profunda selva amazónica, a 38 mil pies de altura, el aerobús 330,
prosigue su rumbo con destino a Santiago de Chile.
-Donde estés, hijo, te va un abrazo, que tengas un feliz
año.
Debe estar en Cartagena celebrando en un bar, en un centro
de convenciones, en una playa. A lo mejor está moviendo el disco de acetato con
sus dedos, dándole al punchis- punchis con toda la dosis de su ritmo aprendido
y heredado. Bailen, bailen, bailen allá que pueden. Nosotros nos declaramos
errantes por un rato, astronautas a la
deriva en busca de galaxias desconocidas
en un pedacito del universo llamado tierra. Vagabundos, mochileros, exilados,
apátridas, ausentes, ausentes. Bienvenida la aventura.
-En nombre de Avianca
y toda la tripulación les deseamos un feliz año, dice el capitán a
través de los parlantes.
No hay duda, estamos despegando el 2014 en las alturas, con una
innegable sensación de dicha a una velocidad de crucero de 871 kilómetros por
hora. Cambiemos los rituales, querida.
Vámonos.
Faltando dos minutos para las doce, Sally dormía. La desperté
suavecito, con cuidado, ella refunfuña cuando uno la despierta. Pero en esta
ocasión no protestó, se frotó los ojos, sonrió y se alistó para el brindis. Mis
padres nunca celebraban el feliz año. Se acostaban y a eso de las doce, cuando
estábamos por ahí, corríamos a darles el abrazo, o los llamábamos por teléfono
si el ágape era lejano. Los
despertábamos tan pronto había pasado la pelotera de los buenos deseos mejilla
a mejilla, cuerpo a cuerpo. Creo que nunca ninguno de sus hijos les dejó pasar de un año al otro sin darles el
apretujoncito tierno. Quién sabe qué efecto producía en ellos esta fecha. A lo
mejor, en una época anterior festejaron ocultos entre sábanas sus proezas, eso
de traer ocho hijos al mundo de alguna forma debe celebrarse, no sé si entre
ellos cabe la expresión “hicieron el
amor”, lo que sí sé es que con los años se dieron la espalda y luego separaron
las camas y luego los cuartos. Avatares de los viajes de la vida. A cada uno en
su tumba le va un abrazo. Feliz año pa, feliz año ma… Vaya a saberse en qué estará
pensando Tomás.
Gana el cansancio. Es hora de dormir. Hay muchas sillas vacías en el avión. ¿A
quién se le ocurre viajar en esta fecha?
La mayoría prefiere pasar la noche de año nuevo en familia, entre
amigos, emborracharse en su cuadra o en su finca, al lado del mar o del
cementerio donde reposan los suyos. Querida, Voy para la fila de adelante, allá
podré estirarme. Hasta ahorita. Feliz
año.
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