Cuando el techo es el destino de las miradas
Y no se descubren gnomos ni caballos ni nubes en sus manchas
Cuando se pierde la
llave de la cerradura de la mandíbula
Y el silencio se instala en los trenes y en el lecho
Cuando el mar olvida
sus mareas
Y los delfines se regalan a las redes
Cuando el sol dice no más
y huye tapándose los ojos los oídos y las sombras
Cuando no hay afanes ni nostalgias
No importa el color del velo
No importa el pantano en los pies
No importa la espina en el vientre
No importa
Nada
No importa
Diego García moreno,
Bogotá, 25 de febrero de 2014
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