Antes de que los estratos de noviembre se vuelvan cúmulo-nimbus
y el gran territorio vista su disfraz de gris tormentoso y pesada lluvia
se escucha la voz del capitán diciendo con tono de guía turístico barato:
"... y a su izquierda el Parque Nacional de los Nevados".
Dentro de la montaña el dios del fuego tararea su vieja melodía
mientras en el pasillo la azafata me pregunta
si el señor no va a comprar el desayuno.
si el señor no va a comprar el desayuno.
Sin prisa la fértil pradera de Armero espera su alimento:
ella sabe que la fumarola del Nevado del Ruiz es el eco
de una voz que no la olvida.
de una voz que no la olvida.
¡Qué territorio!
me provoca gritar pero han patentado las palabras
y no me atrevo a decir
Viva Colombia.
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