miércoles, 9 de enero de 2019

LA PELOTA Y EL BAMBÚ


En la esquina de la piscina hay una pelota. Reflejada en el borde, casi imperceptible, la punta de una rama de guadua, como un filamento de espartillo. Las líneas que guiaron mis jornadas de natación intentan marcarle un rumbo a las nubes, pero ellas prefieren la diagonal que les traza la fuente de luz que se despide. La corriente de nubes no parece inmutarse con el leve oleaje que empieza a perturbar su reflejo en el agua. En un instante , por culpa de la brisa, el reflejo impreciso del gran bambú le hará un coqueteo a la pelota que comenzará a moverse dócilmente,  y la luz se irá, dejando que las cosas humanas, tan recientes,  y la veterana naturaleza improvisen en secreto insondables gestos, conversaciones sin pudor que entremezcladas a nuestros sueños desatarán iluminaciones y exigirán rituales.
Diego García Moreno. enero 9 de 2019.

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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.