El pasto es verde
los guayos del color de sus antojos
las piernas son cerebro fusil genio y consigna
el pecho ostenta el hierro seductor de un empresario
y en el uniforme escampan los caprichos nacionales
Pantalonetas medias y camisas
proclaman las banderas las restituyen y estilizan
los corazones se alinean al ritmo de las tensiones
mientras un barullo estrepitoso se fermenta en las tribunas
Pieles cortezas
pieles negras pieles morenas lustrosas
pieles rosas pieles pálidas pieles hiel pieles cerveza
pieles tatuadas pieles impresas como relatos de amor
una carta de grises prodiga en emociones
Perfiles agudos perfiles chatos
narices rasgadas penínsulas caprichosas
atisbos miradas inquietas ojeadas
continentes a la deriva micro-mundos condensados
Suena la orquesta siempre una trompeta
un bombo un grito de guerra una nostalgia
una marcha sin vergüenza un escampadero
para apátridas errantes o combatientes perpetuos
Las mandíbulas se abren o se cierran
sin tener que masticar tantos esfuerzos
acatan órdenes enviadas por el viento caprichoso
del sonsonete que brota desde el vientre de la infancia
Amasado entre los dientes y la lengua
sus párrafos inundan las gargantas
celebran remotas gestas triunfadoras
amenaza con promesas de futuros venturosos
Se derrama desafinado entre los labios ruidosos
del coro de futbolistas de mi patria y de otras tantas
atonales arrítmicos cacofónicos
libres pensadores del ritmo y la armonía
interpretado con la potencia de sus muslos
la voluntad del triunfo el temor de la derrota
y la rabia del rencor a su vecino
su chata melodía desconcierta a los coros celestiales
Desde el sofá miro en la tele el concierto de mi equipo
si en las ventanas los materos tiemblan con su canto
espero que su juego derrote sin compasión a mi vecino
con el fútbol melodioso estimulado por mi himno nacional.
Al coro de la Selección Colombia
Diego García Moreno- Bogotá, nov 2024