sábado, 26 de enero de 2013

LOS PREMIOS y LA VIRGEN




El profesor de gimnasia era el mecenas de las artes: regaló el busto de un torito en yeso para galardonar al mejor artista el día del acto público de los niños de segundo de primaria. Habíamos ensayado un mes para recitar ante los papás "Simón el bobito" de Rafael Pombo. Qué aplausos.
-¡Divinos! ¡Todos estuvieron maravillosos! -dijo la madre superiora-  ¡Yo no soy capaz de escoger! que decida La Virgen... A ver,   que cada uno diga un numero del uno al nueve.
Crucé los dedos y busqué con la mirada a mi mamá entre el público. Nada.
-Es tu turno, Dieguito.
Dije Siete y me dí la bendición. Por primera vez una monja me mató el ojo. Y el ganador es...  Me puse colorado al escuchar mi nombre.
Hace unos meses,  en el auditorio del Teatro Mayor Santo Domingo, cuando me entregaron el premio especial del jurado en los premios nacionales de periodismo Simón Bolívar, volví a ponerme rojo y vi a todos los jurados vestidos de monja matándome el ojo. Mi mamá no estaba entre el público pero La Virgen, a sabiendas de que casi todos los periodistas sensatos son ateos, decidió premiar al único que no tenía nada que ver con el oficio.

Bogotá, enero 24 de 2013
Diego García Moreno

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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.