Llamada telefónica No.1
Chupáte un cono, quitáte esa rabia, tené. Le dio 5 mil pesos
y siguió en la moto. Nano vaciló pero al final compró un cono de dos bolas,
pistacho y vainilla. Caminó por la séptima y, cuando sintió que el azúcar le
subía el optimismo, se preguntó si lo mejor era llamar a la mamá o quedarse
mirando gente y vitrinas. Miró vitrinas durante media hora y luego llamó a la
mamá y le dijo: mamá, perdonáme. La mamá le perdonó, como siempre, y le rogó
que no fuera a perder el tiempo chupando cono ni viendo pendejadas en las
vitrinas.
Llamada telefónica No.2
Ayer peleó con la novia y hoy no quiere levantarse.
Consideró cortarse las venas pero sabe que se desmaya con solo ver una gota de
sangre. En vez de perder el apetito, cuando se deprime come desaforadamente. Antes
de acostarse devoró tres hamburguesas y dos vasos de leche. Suena el teléfono.
No va a contestarle a nadie. Vuelve y suena el teléfono. En la pantallita
digital se inscribe el nombre de ella. Matilde. No va a contestarle a nadie...
mucho menos a ella. Coloca el celular en modo vibrador y lo tapa con la
almohada. Siente el ronroneo debajo de su oreja. Una, dos, tres veces. Mierda,
dice, y contesta. Un aló perezoso, con tono moribundo. Señor, ¿usted conoce a
Matilde Urrutia? Es que la ha atropelló una moto y en su teléfono está su
número telefónico, es el último que marcó antes del accidente. ¿Y qué le pasó?
Está inconsciente, se golpeó el cráneo. Las visitas a la sala de cuidados
intensivos son restringidas. Dice que es el novio. Espere, hay dos personas
arriba. Cuando la madre sale, le entrega el ficho y lo mira a los ojos. No le
dice nada y se va. El hermano tiene ganas de escupirle la cara pero se limita a murmurarle "pobre
güebón". Frente al cuerpo en estado vegetal se le escapan dos lágrimas. Caminando por la séptima, decide comprar un helado. No es capaz de decidir el
sabor que quiere. A su lado un muchacho compra un cono de dos bolas, vainilla y
pistacho. Déme uno igual. Cuando siente que el azúcar le devuelve el optimismo,
considera que no hay que cortarse las venas. El doctor le dijo que es probable
que ella despierte y entonces la llamará a pedirle perdón.
Llamada telefónica No.3
Ahora te llamo, estoy trabajando. En realidad, tenía ganas
de orinar y tenía que hacerlo ya. Se lavó las manos al salir del baño y le dio
gracias a la compañera que la había relevado por dos minutos. Pensó en él y
sonrió. Es muy necio. Siempre que la llama le dice que la quiere besar desde la
boca hasta la cuca. Ella se sonroja y le pide que no sea tan así. Pero le gusta
y sabe que cuando lo encuentre irán a la cama y la besará desde la boca hasta
la cuca. La compañera no sabe de qué hablan, ni le importa. Lo único que quiere
es que se acabe el día rápido y salir corriendo hacia la guardería de bienestar
familiar a recoger su hijita de casi dos años. Entra un muchacho con el cutis
cubierto de acné. Saca un billete de cinco mil y pide un cono de dos bolas,
vainilla y pistacho. Justo cuando lo está sirviendo entra otro señor, regordete
y con cara de atormentado. Inspecciona la oferta multicolor de helados y no
parece capaz de decidir. Mira al muchacho que recibe un cono de vainilla y
pistacho y le pide a la empleada que le de uno igual. Qué raro. Nunca había
vendido dos conos de vainilla y pistacho seguidos. Suena el teléfono. Es él. Le
pregunta qué sabor tiene para ofrecerle. Ella sonríe y se sonroja. La
compañera piensa que para el segundo
cumpleaños de su hija estaría bien darle un ponqué con un helado. El de vainilla
le gusta... ¿y el de pistacho le gustará? La
vendedora que habla por el teléfono le dice a su interlocutar, perdoname mi
amor, tengo que atender a los clientes.
Diego García Moreno @
Bogotá, junio 15 de 2013
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