Si en el silencio de la tarde de un domingo un enorme meteorito nos cayera
En ninguna estrella se lamentaría nuestra ausencia
Tal vez un ángel ebrio levantaría su copa
Brindaría por el enorme vacío abierto en su calendario
Y un dios torpe tendría que ponerse a fabricar otro juguete
menos ponzoñoso que ese raro engendro sepultado en el olvido
Diego García Moreno
Bogotá, junio 2 de 2012
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