miércoles, 21 de enero de 2015

EL MUÑECO INFLABLE

Me siento como un muñeco inflable, de esos grandotes que ponen en las ferias de pueblo, en el momento en que el patrón grita "¡A desbaratar que nos vamos! ¡Háganle rápido que nos espera el camión! ¡Nos vamos pa otro pueblo!". Y entonces una mano le quita el tapón y en varios segundos se desinfla y con la ayuda de otras manos lo doblan y lo guardan, como a una colcha vieja, en el armario del camión. 

He terminado la edición de CLAN-destinos. Seis meses observando, escuchando, grabando, editando esta algarabía de muchachitos y muchachitas de todos colores que aprenden arte en los barrios del sur de la ciudad.  Bailan, cantan, actúan, tocan, filman, escriben, hacen piruetas de circo, inventan rimas y cuentos, se entremezclan, denuncian, se pronuncian, viven, conviven, se emocionan, me emocionan, nos conmcionan.  Los veo remolinando en el colegio, en la casa, en las clases. Los escucho gritando mientras se suben al bus y cuando no los veo.  Me encaramo en una colina a mirar la ciudad y siento su gritería, me meto debajo de la cama o de la ducha, y ahí está ese incesante ruido de recreo. Acerco el micrófono, oprimo el zomm-in y las nubes imprecisas del barullo, del revuelto, de la nebulosa culicagaos, se convierten en caritas, miradas particulares, sollozos íntimos, alegrías, desconciertos.  Y yo rumiando pregunticas,  digiriendo silencios y emociones,  empatando planos, aprendiendo de la vida.  

La edición dura 70 minutos, la edición dura 26 minutos, la edición dura 7 minutos, la edición dura y dura en mis recuerdos, la edición fue dura, la edición madura, la edición perdura, me acompaña en las 4 caminadas diarias entre mi apartamento y la oficina, de aquí para allá, de allá para acá.  Esta película, con frescura despampanante se ha montado conmigo en las busetas y en el transmilenio, en mi carrito prehistórico, en mis sueños y paseos, en las fiestas y cenas con amigos. Ha logrado engalanarse con el disfraz multicolor de la obsesión. No importa si me ha sido fiel, ¡ha sido mi compañera! en el camino. Hemos echado pata juntos, hemos volado y rodado por precipicios, nos han recogido, transportado, estrujado y descargado en cualquier parte, entre risas, sobre nubes amortiguadas, sobre los copos de los guayacanes en medio de la selva, sobre el agua transparente, sobre el asfalto estropeado de ciudad Bolívar o en cualquier parquecillo de Bosa, nos han depositado con mucha dicha casi siempre, entre sollozos a veces.

Ayer, a las seis, sentí que habíamos coronado. Entonces llegó esa mano a quitar el tapón cuando el patrón gritó a desbaratar que nos vamos, y yo me fui desmoronando. No pregunté para dónde vamos. Háganle pues, no tengo fuerzas, no tengo aliento, no me importa, simplemente vamos. 
Tenés depresión post-parto dijo una voz sin nombre. 
¿Será? 

Enero 21, a las 2 y 48 am de 2015
Diego García Moreno

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He sido un cultivador de cartas... pero se extinguen los huertos, las postales, los destinos. Busco materos, balcones, ventanas, lienzos libres donde pueda sembrar mis dudas, mis palabras, las cascadas de imagen que a veces se me ocurren. Dale hombre, me han dicho algunas fieles amistades, invéntate un blog, escribe. Ya verás que es un buen andén para compartir tu risa, tu silencio, tus desdichas. Curioso, dócil, ingenuo, acepto jugar a lo impreciso.